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'Eurojunior'

JOSÉ JAVIER ESPARZA/
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Tres países han decidido abandonar Eurojunior, la versión infantil del festival de Eurovisión. Esos países son Suecia, Noruega y Dinamarca. La razón no es televisiva ni musical, sino de tipo ético: las cadenas públicas de estos países han considerado que los concursos de tal género son nocivos para los niños, tanto para los que concursan como para los que ven el espectáculo. ¿Por qué? Porque son antipedagógicos, someten a los niños a un régimen de competencia impropio y fuerzan a los pequeños concursantes a adoptar comportamientos propios de adultos. Aunque podrá juzgarse que hay alguna exageración en estas críticas, vale la pena comentar el gesto: es como si la televisión estuviera abominando de sus propias obras.

Este mismo asunto se había suscitado también en España a propósito no sólo de Eurojunior, sino, sobre todo, de otros concursos musicales o escénicos para niños. Lo que alimentaba la polémica no era el hecho de que los niños concursaran, sino que fueran instados a imitar comportamientos adultos. Es un problema complejo porque la responsabilidad no puede achacarse sólo al concurso, sino que las culpas se reparten con los padres, los cazatalentos, los intermediarios del show, etc. Cuando algunos -sin duda, ilusos- planteamos aquí el problema, no obtuvimos más que indiferencia.

La piedra de escándalo, en España, no había surgido en torno a Eurojunior, sino en un programa habitualmente blanco y benemérito: el Veo, veo de Teresa Rabal. Allí aparecieron críos de tres y cuatro años disfrazados de putas y chulos de viejo cabaret. Hay que recordar que en aquellas fechas la sociedad española andaba conmovida por el tráfico de pornografía con niños. Así que el numerito de Veo, veo, que ya en sí mismo era aborrecible, en un contexto como aquél resultaba horroroso. Mucha gente protestó, pero la sangre no llegó al río porque era difícil señalar un culpable. Así que la cuestión se olvidó. Después María Isabel ganó Eurojunior y el aturdimiento de la victoria frustró cualquier debate. Los países escandinavos, por el contrario, han optado por apartarse del fuego. Es un gesto para reflexionar.