TRIBUNA

Un plan estratégico para Cádiz

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Hoy se presentará oficialmente la marca de Cádiz. Lo que veremos será una representación gráfica y conceptual en la que los gaditanos deberemos vernos reflejados y mostrará cómo queremos que nos identifiquen los demás. Diseñar una marca es un gran paso, pero no es suficiente. La marca hay que construirla y darle valor. La implementación correcta de la marca pasa primero por realizar un plan estratégico que defina el modelo de ciudad que queremos para el futuro. Un plan desarrollado por profesionales que identifique las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que tiene nuestra ciudad. Un plan que debe además, plantear el papel que juega en ese modelo cada una de las poblaciones que componen nuestro entorno más cercano. Un enfoque integral con visión de futuro, que identifique ventajas competitivas con una perspectiva de mercado; que sepa detectar las necesidades futuras de los tres grupos que conforman la estructura de la ciudad: ciudadanos, visitantes e inversores; que nos conduzca a posicionarnos en un mercado globalizado y competitivo, donde la singularidad de las ciudades y su capacidad para definir una estrategia adecuada son determinantes en la búsqueda de prosperidad económica y creación de riqueza, unidas estas últimas inevitablemente a la conservación del medio ambiente.

La visión de futuro es esencial a la hora de formular el planteamiento. Sería un error establecer los objetivos en función de los tiempos que imponen las urnas. La planificación estratégica determina las metas a largo plazo, define los planes para alcanzar estas metas y mide los resultados en relación a las expectativas generadas. Los gobiernos municipales deben liderar este proceso, asociados a un grupo representativo y diverso de agentes urbanos, públicos y privados, que den garantía y coherencia a la participación. Para ello, es imprescindible que nuestros dirigentes políticos dejen de pensar en pequeño. No se pueden plantear las ciudades como entes independientes, sin relación con las demás. Cada localidad tiene una ventaja competitiva, un elemento diferenciador que la hace única. Si estudiamos nuestro entorno vemos, por ejemplo, cómo Chiclana ha basado su oferta turística en el golf. No es muy lógico, por tanto, seguir construyendo campos en el resto de la bahía para atraer turismo. La Janda deberá trabajar por conservar el litoral libre de urbanizaciones. Esa será su ventaja competitiva. El visitante o residente que busca grandes espacios naturales sin urbanizar solo podrá satisfacer su necesidad en esa zona. Si lo llenamos de campos de golf y hoteles, competiremos con otros muchos destinos con la misma oferta, más desarrollada y con mayor experiencia. En este mundo globalizado en el que vivimos, las ciudades buscan su predominio frente a los estados. Por ello, las más innovadoras trabajan en lo que denominan captación de talento. Son ya muchas las empresas que no necesitan grandes espacios ni estar enclavadas en un lugar geográfico concreto. Pueden desarrollar su actividad desde cualquier lugar y se ubican en las ciudades que le ofrecen entre otras cosas, mayor calidad de vida.

Ejemplos como el de Dublín o Curitiba, en Brasil, son representativos: han recuperado inteligentemente espacios en declive y han impulsado las medidas necesarias para que talentos de todo el mundo vayan a instalarse allí. Es sólo un ejemplo de ciudades que han analizado sus posibilidades de desarrollo, se han marcado un objetivo y han activado políticas que hacen posible el cumplimiento de ese objetivo. Análisis, diagnóstico y propuestas es lo que necesitamos. Sólo políticas coherentes y medidas efectivas harán de este territorio un buen lugar para vivir, visitar e invertir.