ANÁLISIS

Más claro que nunca

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La experiencia le avala. No es un novato. Mide sus declaraciones con precisión, como si escogiera cada palabra para no herir a nadie, para no levantar más polvareda. Por eso puede resultar complicado entender algunas de sus apreciaciones, pues cambia el estilo directo por otro mucho más sutil y con una pizca de ambigüedad.

Sus silencios, prácticamente irreproducibles en papel satinado, dicen más que sus declaraciones. Como un explorador en plena selva, intenta abrirse camino apartando la maleza con sus brazos para que la verdad, su verdad, quede al descubierto. Elogia a los jugadores, asegurando que el equipo era de Primera, y exculpa de este modo a los responsables de la configuración de la plantilla. Salva a Benjamín, piropea a la afición y a la propia institución, a la ciudad, al Ayuntamiento y a Diputación,... mientras todo lo demás va quedando al descubierto.