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TRABAJO. Ricky Dávila prepara actualmente el proyecto 'Ibéricus'. / LA VOZ
RICKY DÁVILA FOTÓGRAFO

«En los medios de hoy no hay espacio para la poesía»

F.A./CÁDIZ
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Pelo canoso, cuerpo menudo, ojos extremadamente claros, mirada paciente y un currículo de bandera. Desde el lunes, el fotógrafo Ricky Dávila (Bilbao, 1964) dirige en Cádiz uno de los talleres de Al-Liquindoi. Rodeado de alumnos, se explica con certera meticulosidad de cirujano. Despliega el mismo don de la precisión y contundencia sugerida, abierta a interpretaciones narrativas, la que ha expresado en sus proyectos personales desde que se formase con la cámara en Nueva York a finales de los 80. Al margen de una sólida carrera en la prensa, Dávila se expresa en grandes trabajos de fotografía documental como Manila, que le llevó dos años retratando el paisaje urbano de la ciudad asiática, o Ibericus, su proyecto actual en el que define una «cartografía» de la Península a través de cientos de retratos de sus habitantes.

-El observador de su trabajo experimenta el asombro por lo cotidiano. ¿También necesita usted asombrarse?

-Efectivamente. Borges hablaba de estar alerta de las cosas. El fotógrafo debe estar ahí, atento a la realidad, a su entorno. Esto ocurre tanto en fotografía como en literatura...

-Hoy que se pueden hacer fotografías de manera muy fácil ¿cabe espacio para la reflexión?

-Con el sistema analógico, los costes y el trabajo obligaban a ser más selectivo en cuanto a la fotografía. La era digital permite el acceso más sencillo a la imagen, pero vuelve a la gente mala editora por la cantidad de imágenes de las que dispone. Existe una sobreinformación que afecta a todos los campos.

-¿Cuánto piensa una foto antes de hacerla?

-Mi trabajo no tiene mucho que ver con la previsualización. Yo tengo relación con el accidente fotográfico como material. Mi trabajo está más relacionado con los conceptos generales.

-¿Cuáles son?

-Con esos conceptos quiero decir que tiene más que ver con la cuestión narrativa, qué lugar ocupo en el mundo, una posición y cómo ilustrarla. No tiene que ver con el arte.

-¿Eso es lo que transmite en el taller?

-No, no me gusta transmitir mi método de trabajo, no elevarlo a categoría de norma, sino promocionar la afición. Ellos eligen los conceptos que guían el trabajo. Cada uno de ellos elige su instrumento de expresión. Se trata de eligir una técnica para ilustrar y definir su posición en la vida.

-¿Sus fotografías exigen una reflexión, esta vez por parte del espectador?

-Si, como cualquier narrativa.

-En Ibericus duda si complementar los retratos con pies de foto. ¿Piensa que la información sobre la fotografía anulan el sentido metafórico de la imagen?

-En ese caso, sí.

-¿Como transcurre su trabajo en Ibericus? Lo ha calificado como un mapa cartográfico...

-Son caras de gentes que viven en el territorio de la Península, las líneas maestras de un mapa que se traza con esas caras.

-Se percibe que las personas retratadas miran a la cámara con absoluta franqueza ¿cómo lo consigue?

-No puedo verbalizarlo. La clave está en la naturaleza del encuentro con el fotografiado, que suele ser muy breve.

-¿En la prensa diaria hay espacio para la fotografía subjetiva?

-No. Y no va a cambiar. Los medios ya están establecidos de esta manera y hay que poner en marcha otros cauces para este tipo de proyectos. Los medios están adocenados y cada vez son menos interesantes. La cultura está cada vez más alejada de ellos. De todas maneras, no lo considero una derrota. Prefiero 5.000 lectores inteligentes que un millón compartiendo página con un trabajo de moda. En los medios no hay espacio para la poesía.

-¿Se considera más artesano que artista?

-No soy artista ni tengo pretensiones artísticas. Mi trabajo está relacionado con el oficio. El único juez sobre el arte es el tiempo.