TROFEO. Una joven lee en la última Feria del Libro de Fráncfort.
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Cultura redonda

Al calor del mundial, cuatro prestigiosos escritores publican obras sobre fútbol y alivian el histórico distanciamiento entre balompié y literatura

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A sólo cuatro días de comenzar el campeonato, el planeta está más mundial que nunca. El fútbol lo invade todo, su omnipresencia es sagrada y bestial, y en el gran balón de Babel, miles de lenguas dicen lo mismo: Alemania, este viernes, a las seis. Fiesta. «El fútbol es como un esperanto exitoso -lanza Roberto Fontanarrosa-. No importa dónde te encuentres, siempre genera comunicación». El escritor y humorista argentino, que ha publicado dos libros sobre este deporte, es una prueba viviente de que el balompié da juego a la cultura. Y no es el único que lo demuestra.

Sin contar los volúmenes técnicos o periodísticos, hay un buen puñado de obras donde esta disciplina es escenario, circunstancia o personaje de las historias. «El fútbol tiene que ver con lo que pasa en la cancha, pero también con la mente, las ilusiones, las supersticiones, los deseos de venganza y las muchas pasiones que se depositan en un partido. Este cruce entre la acción y el anhelo merece ser narrado», opina el novelista mexicano Juan Villoro, quien acaba de publicar Dios es redondo en España.

Pero, ¿acaso el fútbol no era campo de músculos, y las letras, ejercicio del cerebro? «Debemos ser cuidadosos con los tópicos de pan y circo que sostienen que este deporte aborrega a las masas. La cultura no es tan sectaria», asevera Miguel González San Martín, autor de Dos entradas para Wembley. Al parecer, hay muchas semejanzas, pues conceptos como «triunfo, derrota, valentía, cobardía y fracaso» son comunes a la acción literaria y a la deportiva, advierte Fontanarrosa. Enfocados con esa perspectiva, la literatura y el fútbol tienen más razones para jugar un amistoso que para competir por la atención del público.

Sin embargo, no es así, y los autores se sorprenden. «Me resulta extraño que la presencia de este deporte en los libros sea tan escasa», comenta González San Martín. El escritor no logra explicarse «por qué no es utilizado con más frecuencia, cuando muchos escritores declaran su afición abiertamente». En contrapartida, y para marcar la diferencia, señala que «hay muchas y excelentes películas sobre boxeo».

El drama del dios

El gran silencio, Cinderella man, Million dollar baby Los ejemplos de literatura y cine pugilísticos, ciertamente, son abundantes, pero no es una cuestión de azar. «Se trata de dos hombres enfrentados. Es la lucha en solitario; el honor y la violencia. En el deporte no hay situación más dramática que esa», describe Fontanarrosa. No obstante, el fútbol también tiene su drama, aunque pase por otro lado.

«Los jugadores se han vuelto dioses y se han hecho modelos. Tienen un papel estelar que trasciende al deporte y sufren crisis de vejez a los treinta años», resume el poeta Luis Antonio de Villena. Para este escritor el campo de juego es un escenario donde se pasean los cánones de belleza que deslumbran en la actualidad. Y, justamente, eso le ha motivado a escribir su Reflexión sobre Iker Casillas, un soneto incluido en uno de sus poemarios más recientes, Desequilibrios.

«A Casillas lo veía más como una estrella mediática que como un jugador. La presencia del fútbol en la sociedad, la publicidad y la inducción al consumo está muy marcada y, hoy en día, en plena modernidad, predominan los valores neoclásicos de belleza», analiza.

El poeta asegura que «prevalece el patrón griego del siglo V antes de Cristo» y, para rematar, ofrece un ejemplo: «Los jugadores guapos promocionan vaqueros. Los feos anuncian natillas».

Si el atractivo físico inspiró a Villena para abordar al fútbol en sus obras, ¿qué movió a los demás autores a explorar este campo de juego? «Muchas veces, la literatura es una compensación por algo que perdimos o no pudimos hacer -responde Juan Villoro-. Si hubiera marcado en Maracaná, tal vez no escribiría de fútbol. Por otra parte, me interesa mostrar que cada jugada tiene una vida secreta, que define de otro modo a los protagonistas. Lo que ocurre en la cancha afecta a muchas zonas de la experiencia».

Miguel González San Martín, en cambio, confiesa que la suya «no fue una decisión sociológica». «Sólo quise construir un personaje que se dedicara a contar las andanzas futbolísticas de los héroes de ahora», dice. «Cada vez respeto más a las personas que saben de lo que hablan. Da gusto oir a quien te cuenta una jugada con criterio, a quien revive cada detalle y se recrea con lo que te está diciendo», agrega.

Quizás la máxima expresión de ese perfil sea el comentarista de fútbol radiofónico. Alguien que, sólo con su voz, es capaz de crear un millón de imágenes, generar tensión y promover la expectativa, implicando a quien le escucha.