Aunque nos lo juren
Actualizado:Jugadores y árbitros firmarán una declaración jurada contra las trampas en el Mundial. Lo ha exigido el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, un tanto mosqueado por los escándalos de Italia y de Alemania. El hombre está convencido de que «el fútbol puede mejorar un mundo cada vez más lo-co». De momento, ha mejorado la vida de muchos futbolistas y de no pocos dirigentes.
Se trata de evitar que los jugadores se relacionen con el tinglado de las apuestas y que los espectadores se relacionen lo menos posible con el negocio de la prostitución. También se deben garantizar los controles antidopaje y, lo que es más difícil todavía, las actitudes xenófobas, no sea que cada vez que un negro haga un gol, miles de espectadores hagan el mono.
El alto organismo sancionará lo que los colegiados no vean en el campo, ya que tienen más tiempo para decidir frente a la moviola si un penalti fue penalti o si un fuera de juego fue, de verdad, un fuera de juego.
Habrá jugadores que juren y otros que prometan. Los primeros pondrán a Dios por testigo en su variedad de representaciones, ya sean cristianos, mahometanos o budistas, pero habrá algunos que no sean socios de las grandes religiones y sólo crean en el enigma, que también es algo muy respetable. Dará igual. Las trampas se-guirán existiendo. Comparecen en toda actividad humana, pero con preferencia en las lucrativas, como el deporte y la política.
Si ya han empezado en las televisiones, con los enredos para retransmitir los partidos, ¿cómo no van a continuar cuando se jueguen? Por los estudios y por los despachos corre el dinero más velozmente que algunos extremos izquierda. Ya hacían trampas en Olimpia, cuando los griegos no sabían que el discóbolo, si se hinchaba, se convertía en un balón.