Las elecciones de Perú de hoy perfilarán el nuevo mapa político de Latinoamérica
Alan García, favorito, se percibe como el líder capaz de frenar la onda expansiva del 'bolivarianismo' revolucionario del venezolano Chávez Más de 15 millones de peruanos están llamados a las urnas
Actualizado: GuardarEl rumbo de América Latina comienza a definirse en las elecciones de Perú. Los dos candidatos que disputan hoy la Presidencia y a los que las últimas encuestas acercan en resultados, representan dos modelos diferentes de entender su propio país y la región. Alan García, favorito, aprista (socialdemócrata) de raza, con vuelo propio y pasado político infame, apunta a liderar un bloque capaz de hacer frente a Hugo Chávez. En el polo opuesto, el ex coronel nacionalista, Ollanta Humala, se vislumbra como un rehén del caudillo venezolano o una pieza más del dominó que pone en fila La Habana con Caracas y La Paz, como última adquisición.
Más de 15 millones de peruanos acuden a las urnas con una sobrecarga inesperada. A la responsabilidad de elegir, entre el mal menor, a un sucesor de Alejandro Toledo para los próximos cinco años se suma un peso añadido: de su voto podría depender cómo se dibuje a partir de ahora el mapa político de este lado del mundo. «Si gana García nuestro país seguirá ejerciendo su soberanía dentro de la globalización de la economía. En cambio, Humala, aparte de proponer una errática refundación de la República alinearía a Perú en un eje ideológico-programático peligroso». El temor del escritor Hugo Guerra es compartido por buena parte de los analistas y, naturalmente por el candidato Alan García.
El olfato de lince del ex presidente vio en las intempestivas intervenciones de Chávez (le llamó ladrón, truhán, troglodita...) en la campaña un filón para explotar. «A Alan García se le puede acusar de cualquier cosa menos de tonto. Sacó provecho al convertir unos ataques personales en ofensas contra Perú», observa Alfredo Torres, sociólogo al frente de la consultora Apoyo.
El destino
La incorporación de Hugo Chávez al teatro político peruano puso sobre la mesa de la discusión electoral un tema que no se había planteado hasta ahora: Perú tiene que escoger entre Chávez y su propio destino, sentenció García. Los analistas se devanan los sesos tratando de explicar el efecto internacional en la zona de un futuro con Alan y otro con Humala. Es decir, un futuro junto al ex presidente que busca una segunda oportunidad o un aparente no futuro de la mano del «tiranuelo caribeño», -según denominación del candidato del Apra-, y su último pupilo.
En este contexto, por primera vez, surge una voz afinada con eco andino y apuntada a la izquierda, que se atreve a alzarse contra el ex paracaidista de boina roja. Por increíble que parezca, Alan García, favorito indiscutible de hoy y Atila del Perú de ayer (1985-90), puede convertirse en el hombre que ponga freno a las zancadas territoriales de Chávez. Brasil, Chile, Uruguay y hasta Argentina, le estarían enormemente agradecidos por hacer el trabajo sucio por ellos. El más interesado de todos sería Luiz Inacio Lula Da Silva, sorprendido, como Néstor Kirchner y el resto de los mandatarios, por las últimas decisiones de Evo Morales de nacionalizar, a golpe de decreto y sin aviso previo, los hidrocarburos, decisión adoptada después de reunirse con Fidel Castro y Hugo Chávez en Cuba.
Ariel Mendonca, sociólogo carioca, va más lejos: «Lula, además, está harto de que el bolivariano acapare el liderazgo de la zona». Le considera un experto en remover los avisperos ajenos. Para Farid Kahhat, experto peruano en asuntos internacionales, el interés verdadero de Chávez no es hacerse con las riendas de Sudamérica, «para él eso es una quimera», asegura. Su objetivo determinante, -después de sacar a Venezuela de la Comunidad Andina-, es lograr una hegemonía a su medida dentro de ese bloque: «Tiene a Bolivia de aliado, pero busca socios nuevos con Perú y Ecuador. De este modo, rodearía al gobierno derechista y pro estadounidense de Colombia», avisa.
En este escenario hay quien piensa que el lastre que arrastra García, con un Gobierno que dejó a Perú en la ruina económica, social, política y moral, le va a llevar a olvidarse de Lula para hacer un frente común anti-Chávez y va a enfocar sus esfuerzos en reescribir su historia como el nuevo líder. El economista Gonzalo Prialé coincide con esta posición: «Vista la debilidad de Lula, la falta de reflejos de Álvaro Uribe y el populismo anticuado de Néstor Kirchner, García en la presidencia peruana podría tomar un rol propulsor regional de la economía de mercado, salvando a América Latina de las garras del aventurero venezolano».
Pero, ¿qué pasaría si el electorado rompiera hoy con todos los pronósticos? Pisoteada la estadística de las encuestas, ¿qué sucedería si Ollanta Humala, al frente de Unión Por el Perú (UPP) ganara las elecciones? «Supondría la confrontación con Estados Unidos y Europa. Además, trasladaría los riesgos de la tensión militar a Sudamérica poniendo a Perú en el epicentro de cualquier conflicto bélico». El escenario lo pinta el columnista Hugo Guerra, que añade: «Por muy gorda que sea la billetera de Chávez, ese eje no es viable dentro de cauces democráticos».
La colonia
En un ámbito más doméstico, la preocupación de que Perú se convierta en una colonia de Venezuela la expresa Hugo Neira en un extenso artículo publicado ayer en el diario La República: «¿Pasaremos a ser otro anexo militarista del chavismo? ¿El Perú, una provincia subsumida en el reino caribeño del Supremo Protector Chávez? (...) No fuimos súbditos de la poderosa Unión Soviética, aunque a algunos ganas no les faltaban, ¿y vamos a serlo de ese reino petrolero de pacotilla de la actual Venezuela saudita?»
A falta de celebrarse la votación, analistas como Mirkó Lauer se detienen en el efecto inmediato, de puertas adentro, frente al resultado más probable, la victoria de Alan García: «Periodo de inestabilidad. Pues aún derrotado en las urnas Ollanta Humala, de UPP (Unión Por Perú), seguirá siendo un rival formidable para García. Con un tercio del Congreso, una efectiva implantación en las zonas más pobres del país y un discurso confrontacional que evoca el de Chávez o Evo Morales, el líder nacionalista le puede hacer la vida imposible al nuevo Gobierno».