ZONA DE TIENDAS. La zona comercial del centro histórico resulta bastante 'atractiva' para los asaltantes. / JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

Temor entre los comerciantes por la creciente «inseguridad»

Los negocios denuncian que la vigilancia policial es insuficiente en el centro ante la proliferación de robos, y pese al esfuerzo de los agentes Los empresarios advierten que la última oleada de asaltos puede aumentar en verano por la menor afluencia de público a esta zona

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«Tenemos miedo». Es la frase más repetida entre los propietarios y trabajadores de un buen número de comercios del centro, después de la última oleada de asaltos e intentos de robo y, sobre todo, tras el violento atraco en El Gallo Azulo, en el que resultó herido un empleado cuando abría el local.

Los comerciantes no se explican por qué en las últimas semanas vienen registrándose más robos o, como mínimo, destrozos en escaparates y puertas. Lo único que sienten es que «estamos vendidos», y que la actual vigilancia policial resulta insuficiente en una zona de enorme afluencia de público durante el día pero que se queda realmente solitaria durante las horas nocturnas.

De hecho, no era de madrugada cuando intentaron robar en la noche del miércoles al jueves en la tienda Pompea Non Stress, en la calle Algarve. Su dependienta, María Ángeles Herrera, explica que «esta vez tuvimos suerte y sólo nos destrozaron la puerta». El cristal blindado resistió porque unos vecinos alertaron a la Policía y los asaltantes huyeron.

En mayo pasado, en cambio, los ladrones consiguieron entrar y «se llevaron el cambio, bikinis y bañadores de caballero y de niño. Seguramente para venderlo en el mercadillo», lamenta María Ángeles. «Nos sentimos muy inseguros -continúa-, porque por esta calle pasa menos gente y, a primera hora de la tarde, o los sábados por la tarde, no se ve ni un alma. Y después de lo del chaval de El Gallo Azul, estamos asustados».

En la misma calle, la vendedora de la perfumería Rodier, también asegura sentir «miedo». Y eso que «desde que estoy aquí todavía no nos han atracado. Pero todos los días escuchas que ha pasado en algún sitio, y he visto cómo robaban tres veces en el negocio de enfrente, así que pienso... ¿y si me tocara a mí».

También en este caso, el local está protegido con alarma y una reja por las noches, pero «por aquí pasa mucha gente rara, más que en la calle Larga, y lo que nos da miedo es que nos puedan hacer algo a nosotras».

Es la misma preocupación que se palpa en Totalvisión, de la calle Larga, que fue desvalijada hace dos noches. Fue la óptica, Pastora Tinoco, quien se encontró la puerta destrozada el jueves por la mañana. Llamó de inmediato a la Policía, y sólo cuando llegaron los agentes se atrevió a entrar.

Dentro se encontró un panorama lamentable: el ordenador destrozado en el suelo, el cajón del cambio roto, las gafas del escaparate y las lentillas en fabricación desperdigadas a lo largo y ancho de la tienda, los cajones vacíos y los ficheros de los clientes desparramados por todas partes,...

Diego Peña, encargado de la óptica, indica que los asaltantes se llevaron unos 500 euros en cambio, y tuvieron que emplearse a fondo para entrar en la tienda, porque «el cristal de la puerta y el escaparate está blindado como los de los bancos. Esta claro que, por muchas medidas de seguridad que pongamos, el que quiera entrar, al final entra».

El propietario, José Antonio Gamaza, también deja claro que «estamos muy preocupados. La inseguridad es cada vez mayor, y cada mañana no sabemos qué nos vamos a encontrar».

Pastora Tinoco insiste especialmente en que «muchas veces, mis compañeros o yo nos quedamos solos. Al final, el dinero o los destrozos los cubre el seguro. Lo que nos da miedo es que alguien nos acabe haciendo algo a nosotros». Esta preocupación le ha llevado a comentar con trabajadores y propietarios de negocios cercanos la posibilidad, incluso, de contratar algún tipo de seguridad privada que aporte algo de tranquilidad, porque, aunque admite que hay policías «paseando arriba y abajo», resultan «insuficientes».

Lo mismo opinan las encargadas de la tienda de ropa Shalom, situada en la calle Levante y que en la última noche de robos también resultó afectada. De nuevo, la intervención de un vecino de una vivienda cercana, que alertó a la Policía Nacional al escuchar ruidos en la calle, impidió que se consumara el robo.

Destrozos

Esto sí, los asaltantes, al parecer dos jóvenes «de 22 ó 23 años en una motillo», según Desiré Merchán, destrozaron la puerta con un enorme martillo. No ocurrió lo mismo hace pocos meses, cuando Esmeralda Merchán recuerda que «entraron y se llevaron un montón de ropa, el cambio que había en la caja y algunas piezas del ordenador. El resto, lo destrozaron todo».

Cuando el pasado jueves les repusieron la cristalera hecha añicos, «los trabajadores de la empresa nos dijeron que ese mismo día habían tenido trabajo, colocando cristales nuevos en negocios de la plaza del Arenal, la plaza del Caballo, la Alameda Vieja,...»

«Muchas veces nos sentimos inseguras», dice Esmeralda, porque «la Policía pasa, pero la mayoría de las veces para quitar a los vendedores ambulantes y ya está». «Y lo peor viene en verano», advierte su hermana Desiré, porque «si ahora a las cinco de la tarde no hay nadie en esta calle, en julio y agosto no te cuento. Hay menos gentes y más robos».