Una historia con enjundia
Actualizado:Fue un día bien temprano, hace unos cuatro o cinco años. Dos municipales, dos operarios de la Gerencia y el conductor del camión municipal se llevaron las botas de vino, las medias botas que servían como arriates y las medias botas que se utilizaban como anclajes para la sombrillas con la publicidad de una conocida bodega jerezana de la plaza Rivero.
Los propietarios de los establecimientos hosteleros no daban crédito a lo ocurrido y exigieron explicaciones a la GMU.
Hoy día, cuentan los que vivieron aquel suceso, que la orden llegó desde Cuba. Cuando los hosteleros recibieron las oportunas justificaciones al respecto les dijeron que «la plaza Rivero era un sitio de paso» y que el mobiliario que estaba destinado para el uso y disfrute de los clientes no «reunía las condiciones, que poner una bota en una plaza como esa era muy feo». Los propietarios y afectados tuvieron que gastarse unas pelas en nuevos veladores y exigieron que la misma actuación se llevara a cabo en otros lugares «de paso» como la calle Larga. Finalmente la GMU actuó también allí, a la vez que otros lugares, lo que concluyó con un cabreo monumental entre los hosteleros y una acción cuanto menos poco limpia.