LA COLUMNA

Una cantante para la leyenda

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En este país de expertos en obituarios es difícil sustraerse a la tentación de aportar un grano de arena a ese fenómeno sociológico que ha supuesto la esperada desaparición de una cantante de tan inmenso arraigo popular como Rocío Jurado. Vaya por delante que la calidez y timbre de su voz, que su vocalización y su entrega artística quedaban a años luz de esos artificiosos fenómenos de masas surgidos del marketing televisivo. Dejemos aparte, también, la indudable aportación de su biografía personal a la creación de una aureola que le granjeó la admiración y el respeto de sus seguidores. Pero convengamos que la artista ayer desaparecida había logrado con su esfuerzo y personalidad, su sensibilidad y su talento romper esas barreras que sólo traspasan los elegidos.

Hay, sin embargo, algo más que no puede entenderse sin la identificación del pueblo con el drama personal de una artista, con el ejemplo de superación constante que ha ofrecido en su carrera profesional, con la cercanía y al mismo tiempo la respetuosa distancia que ha mantenido entre su vida privada y su actividad artística. Sin esta identificación no podría entenderse la dolorida expectación y la reverente aflicción que han acompañado a cantante desde que ella misma tuvo el coraje de hacer pública su fatal enfermedad hasta que ayer un rosario de admiradores le tributó el último homenaje. Como una ola fue su azacaneada vida y su realización personal y profesional. Parece como si aún nos estuviera diciendo «Lo siento mi amor», por habernos dado el disgusto de dejarnos huérfanos de su arte. No es quien escribe experto en el negociado del canto, el cante y los cantares. Pero ahora entiende mejor que nunca qué quería expresar cuando decía: «Se nos rompió el amor de tanto usarlo» o «Si amanece y ves que estoy dormida». Y está seguro de que muchos españoles dirán hoy, como ella cantaba: «Qué no daría yo por empezar de nuevo» o «Algo se me fue contigo»: «Señora». «Va por usted».