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El viceprimer ministro británico Prescott renuncia a una lujosa casa del Estado

ÍÑIGO GURRUCHAGA/CORRESPONSAL. LONDRES
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John Prescott es el adalid del viejo laborismo, el hombre que pretende representar la esencia del partido y de la idea y complementa -«formamos una buena pareja», dijo ayer- las desviaciones de Tony Blair del antiguo ideario para ganar y mantener el poder. Ayer, tras resistir durante casi un mes reproches y risas, anunció que renuncia a disfrutar de Dorneywood House, la mansión en el oeste de Londres donde se retiraba a reflexionar sobre sus tareas de Estado.

El Gobierno británico tiene varias mansiones y casas para el uso de sus dignatarios durante el fin de semana. El primer ministro disfruta de Chequers, adonde invitó alguna vez a José María Aznar. El titular de Exteriores tiene un piso en Carlton House Terrace, en el centro de Londres, y la mansión de Chevening, en el condado de Kent. Ya hubo problemas cuando Blair destituyó al fallecido Robin Cook, a quien dolía perder el piso. Como Jack Straw, su sustituto, sigue viviendo en su casa de siempre, Cook se quedó en Carlton House Terrace.

Y luego está Dorneywood. Que ocupa habitualmente el ministro de Hacienda. Pero Gordon Brown renunció a ese privilegio y John Prescott, flamante viceprimer ministro con la cartera también de Medio Ambiente y Administraciones Locales, se quedó con la vieja mansión cedida al Estado por un empresario en los años cuarenta.

En abril, los periódicos británicos disfrutaron con una comedia inesperada. La secretaria de Prescott confesó públicamente que había mantenido relaciones sexuales con el baluarte inexpugnable de la clase obrera. En el reajuste ministerial de mayo, Blair dejó a Prescott como viceprimer ministro, pero le quitó las últimas responsabilidades que le quedaban tras una metódica erosión de su cartera en diez años. Además se quedaba con el salario completo-200.000 euros anuales-, el piso en el Arco del Almirantazgo, puro corazón del Whitehall gubernamental, y la mansión de Dorneywood. No está mal para el hombre que inició su carrera profesional como camarero en barcos de pasajeros y ascendió por la vía del sindicalismo al puesto de vicelíder del Partido Laborista.

Según se ha sabido ahora, Tony Blair advirtió a Prescott durante la remodelación que su disfrute de Dorneywood se convertiría en un problema. Y así ha sido. El domingo se publicaron fotos del viceprimer ministro jugando al croquet en el césped de la mansión en día laborable.

«Era un lugar para estar tranquilo y ahora no podré disfrutarlo. Si paseo por la hierba escuchando música en mi iPod, pensaré que hay algún fotógrafo en los arbustos», ha dicho. Un drama. Y Pauline, su mujer de siempre, se ha llevado un mayúsculo disgusto al perder Dorneywood. Los Prescott van a la deriva.

Los laboristas que pedían cordura han saludado la renuncia a la mansión. Pero la prensa no va a soltar a su presa. Tony Blair defiende a su escudero. Dice que Prescott preside 17 comités imprescindibles para el buen Gobierno. Pero ya nadie le cree.