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El triunfador de la arruga llega a Jerez

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Difícilmente podría imaginar la abuela de Adolfo Domínguez que el lino que recogía, hilaba y tejía en las montañas de Orense harían rico y mundialmente conocido a su nieto. El diseñador recogió en sus inicios las enseñanzas familiares y recuperó el lino para sus primeros trabajos, que eran devueltos al desconocer sus clientes que el lino se arrugaba. Para acabar con la maldición comercial, acabó escribiendo en las etiquetas de sus prendas un lema que se haría universal: «la arruga es bella».

Treinta años después, la empresa que lleva su nombre obtuvo un beneficio neto de 20,13 millones de euros y facturó 152,3 millones en el ejercicio de 2005. Estos sólidos números se asientan en una extensa red comercial compuesta a finales del año pasado por 332 puntos de venta, de los que 167 son propios y el resto franquiciados. Una de las iniciativas de la firma para este ejercicio consistirá en colaborar con El Corte Inglés para ofrecer sus productos en las instalaciones de la multinacional.

Sin embargo, la marca de Adolfo Domínguez ya tuvo un fugaz paso por el centro de Jerez en la década de los noventa. Como tantas otras grandes marcas, la tienda cerró en una crisis acentuada por las dificultades económicas que atravesó la ciudad hace unos años, y de las que aún no se ha recuperado del todo.

Como cicatrices de aquella época, el centro comercial de los Cisnes aún no ha borrado todas las señales de la tienda de C&A, estrella de la inauguración del inmueble en 1991, y del Mc´Donalds de la calle Larga, por donde pasó fugazmente Benetton.