Antenistas

Mientras una muchedumbre de paparazzi afila sus cámaras y micrófonos a las puertas de la muerte de Rocío Jurado -uno de los espectáculos más deplorables que la tele nos ha ofrecido en los últimos años-, el alegre mundo de la caja de luz sigue haciendo apuestas sobre con quién compartirá La Sexta las emisiones del Mundial. Cruel, ¿verdad? La tele es eso: la gente muere afuera, dentro sigue el espectáculo. Según dicen todos, incluida la imprudente ministra de Cultura, pronto veremos cómo la propia muerte se convierte en espectáculo. Pero mientras tanto, de lo que se habla de cámaras adentro es del Mundial. La Sexta terminó confesando que tendría que compartir la emisión con otra cadena, pero aún no nos han dicho quién será. En los mentideros se apunta a Cuatro, pero esto es todavía un rumor.

Lo que no es un rumor es la imposibilidad de La Sexta para cumplir su compromiso de antenizar la mayor parte de España. Por más que los operarios han trabajado a destajo, la Federación de Antenistas ha aceptado su derrota: no llegarán a tiempo. Coincidí con uno de estos antenistas la semana pasada. «¿Qué? -pregunté-. ¿Ya se espabilan los perezosos?». Me quedé muy satisfecho con la afilada alusión al displicente Contreras. Pero la respuesta del operario me borró toda satisfacción: «No, no -dijo-. Vengo a lo de las antenas para el Mundial». He aquí a un hombre que no lee los periódicos. Ahora ya sabemos por qué este caballero no lee: porque no le da la vida, venga a poner antenas acá y acullá. Finalmente los antenistas han tirado la toalla: la cobertura de La Sexta no estará completa cuando empiece el Mundial, y eso incluso en aquellos casos donde la gente no ha sido perezosa. Así esta cadena empieza su recorrido con un sonoro tropezón. El jaleo del Mundial y La Sexta pinta un tanto escandaloso. ¿Cómo es posible que haya adquirido los derechos del Mundial una cadena que no está en condiciones de ser vista en todo el territorio nacional? Llama la atención que éste no fuera un requisito indispensable para pujar por el Mundial. Al cabo del proceso, lo que va pareciendo es que aquí alguien ha hecho el negocio de su vida.