Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
MILENIO

Bipolares

JUAN TEBA/
Actualizado:

E stá suficientemente comprobado que al presidente de la Junta, Manuel Chaves, le plantea más problemas a algún que otro dirigente de su partido que la propia oposición política andaluza. Maragall y Rodríguez Ibarra, por ejemplo, dos presidentes autonómicos socialistas absolutamente bipolares con respecto a sus respectivas posiciones ante el Estado e, igualmente, en relación con sus muy distantes posibilidades de influir en la política nacional y en la interna socialista. Y no por ello se puede pensar que el líder del PP andaluz, Javier Arenas, no se esfuerce en su obligada tarea de amargarle políticamente la vida al presidente de la Junta. Todo lo contrario, porque en ese espacio público Arenas es como las liebres: duerme con un ojo abierto y el otro cerrado, no se permite ni pausa ni respiro, pero su discurso está excesivamente escorado hacia la derecha para que penetre y cale en la Andalucía profunda. Naturalmente, la gente que le rodea jamás le hará una reflexión semejante. Pero regresando al dúo Maragall-Rodríguez Ibarra se podría apostar hasta un Ben Laden (en la jerga callejera actual), que Chaves se solivianta más con las cosas del catalán que con las salidas de pato de banco del extremeño.

Y es lógico: Ibarra es más venal y Maragall más reflexivo. El que ordena desde Mérida se mantiene en su conocida y jaleada (desde la derecha recia), posición españolista y el que cavila y se desliza entre serpenteos ideológicos y paradas íntimas desde Barcelona siempre ve bifurcaciones en su camino presidencial. Así las cosas, Chaves se ve obligado a apagar esos fuegos periódicos que viene provocando Maragall últimamente, mientras que los de Ibarra, como mucho, son fogatas de tres al cuarto que no movilizan ni a Adena. Aunque parece que en esa cumbre hispano-lusa de Zamora, el gran Ibarra no se bajó ante Chaves del burro de las competencias sobre el río Guadalquivir, lo que aprovechó el PP de inmediato para proclamar que las diferencias entre el extremeño y el andaluz es una cuestión «artificial». Claro, como todo lo inocuo.