Vacaciones en el mar
Actualizado:Primero fueron los circuitos en autobús por Europa, en los que por un módico precio y durante ocho días le daban una soberana paliza cuyo elegante nombre compensaba casi todo -Rusia Imperial, Perlas del Báltico, Italia Romántica, Polonia al completo- y le obligaban a fingir en la oficina que había hecho el viaje de su vida: Venecia -ya saben, esa ciudad cuyos hoteles están en Mestre-, Moscú, Tallín -que hasta el Europe's living a celebration era un misterio Más tarde aparecieron los parques temáticos y no era uno nadie si no se había subido al Dragon Khan, ni había visto el lejano oriente en Port Aventura. Obligado el viaje a Disneyland -antes Eurodisney- sin pisar París y a la Warner sin cruzar la Castellana, si quería estar a la altura de sus compañeros que desde que abrieron Aquasherry -ahora Aqualand- no habían vuelto a pisar La Caleta.
Después llegaron la pulserita del todo incluido y los resorts de Cancún, Playa Bávaro, Riviera Maya y Punta Cana. Paraísos del currante español y trasunto de los bufetes libres que tanto gustan a los que arrastramos hambre histórica. Complejos hoteleros donde da lo mismo estar en México que en Santo Domingo que en Las Canteras, porque los días se pasan entre el jacuzzi, el spa barato y el karaoke y no da tiempo a salir del hotel y las fotos son siempre las mismas: en la barra de bar instalada en el centro de la piscina tomándose un coco lleno de brebaje con una cañita, en la discoteca haciendo el carajote con dos mulatas de impresión, en una playa haciéndose trencitas en el pelo, en una bañera de dos por dos rodeado de pétalos de rosa
Lo último, los cruceros. Como un remedo de Phileas Fogg en cuarenta y un días se puede dar la vuelta al mundo, tener Sueños del Caribe en diez días, o recorrer el Mediterráneo de Algeciras a Estambul en una versión reducida de ocho días y volver anestesiado exclusivamente por las fiestas del capitán, los uniformes de la tripulación, los ensayos de batuka, las sesiones de aeróbic en fin, lo propio de quienes crecimos con Julie en Vacaciones en el Mar. Da igual que el barco atraque en Livorno -que está bastante lejos de Florencia- o en el Bajo de la Cabezuela porque los nuevos cruceristas estarán más que ocupados en ganar el campeonato de tiro con carabina para contarlo a los vecinos, y porque el precio del viaje no incluye las excursiones y bastante justitos van ya cuando se suben al barco. Así somos. Luego nos escandalizamos cuando llegan los cruceros a Cádiz y no se baja ni el gato, o cuando los que bajan preguntan por la Giralda.
Aún está a tiempo. Hoy termina el plazo para reservar sus vacaciones con grandes descuentos, pero si no está decidido, hágame caso: vuelva a ver la magistral película de Bob Hope Si hoy es martes, esto es Bélgica y piénselo. Quizá no se esté tan mal en La Caleta.