¡Caracoles!
Actualizado:No se trata de ninguna exclamación de sorpresa, se refiere a los cartelitos que cuelgan en las puertas una gran mayoría de bares de la ciudad anunciando la venta de estos gasterópodos terrestres que desde los últimos días de abril hacen las delicias de aquellas personas que los degustan, tanto los pequeños con su caldo a base de especias y algunas hierbas aromáticas, como las célebres cabrillas, estofadas, con tomate o de alguna otra forma.
De siempre en Cádiz hubo muchas señoras que se dedicaban a guisar este manjar, de hecho, se hacían en las casas porque en los bares no los guisaban, y estas mujeres se situaban en las puertas de algunos bares con sus anafes y grandes ollas para venderlos tanto a los clientes de esos locales como a los vecinos del barrio, que acudían con sus cacerolas a comprarlos para llevárselos a casa.
Lo que sí es cierto es que por aquellas fechas la temporada de caracoles no comenzaba hasta los primeros días de junio y acababa mediados del mes de julio, pues era cuando se terminaban en el campo. Bien es sabido que los animalitos no vienen como antes de Medina, Vejer o Alcalá. Hoy la gran mayoría proceden de un país muy cercano, Marruecos, y llegan en cantidades industriales, y para mí, la verdad, no tienen el mismo sabor. Recuerdo que, en la época a la que me refería antes, los caracoles se consumían mucho a la hora de merendar. A bastante gente, curiosamente, sólo les gustaba el caldo. Había un bar en Jerez que se llamaba Antolín, estaba en la calle Algarve, y su reclamo publicitario decía así: «Si quiere un caldo con esmero, en el Antolín le espero»; y muchas personas iban allí a tomar esta especialidad de la casa por muchas razones, entre ellas, porque decían que aliviaba la resaca.
Pero también en Cádiz había personas que guisaban los caracoles de maravilla. En el barrio Santa María recuerdo a Lupe, que los vendía en los bares de la calle Sopranis; Manuela la Caracolera, así la llamaban por lo bien que los hacía y por lo que le gustaba cantando Manolo Caracol. Inés Tocino era una de las mujeres que mejor los preparaba, junto con el menudo, aunque este plato no está hoy en el menú. Esta señora vivía en la calle Jabonería y era hermana de Antonio Ariza 'Rovira', recordado masajista del Cádiz CF, por si algunos no lo recuerdan digno sucesor de su hermana en los fogones. Si bueno era como masajista mejor ejerció de cocinero en su chiringuito de la playa de la Victoria hasta principios de los años ochenta. También hubo buenas caracoleras en otros barrios de la ciudad como La Viña, El Mentidero...