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LA GLORIETA

Tiempo de chanclas

JAVIER RODRÍGUEZ<br><br>jrodriguez@lavozdigital.com/
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El verano ha entrado de golpe y sus primeros efectos saltan a la vista. No hay duda de que el calor aprieta y la mejor prueba de que la temperatura sube en Cádiz la tenemos en su alcaldesa, Teófila Martínez, que ya ha guardado su colección de fulares hasta la próxima temporada y luce ahora modelos menos recargados y más frescos.

Pero el verano resulta traicionero para el común de los mortales y no hay que bajar la guardia. Se trata de una estación que deja huella y pone al descubierto algunos de los secretos personales que han permanecido ocultos durante el invierno. Me refiero a las barrigas cerveceras, a los pelos en las pantorrillas y a los dedos de los pies. Por mucha clínica de estética que exista y mucho metrosexual que se imponga, el veraneo en el sur es un espectáculo propio de los Morancos donde el pantalón corto y las chanclas han pasado a formar parte de un exclusivo uniforme de temporada que tiene lo mismo de cómodo que de hortera. Es verdad que cada uno se encuentra a gusto a su manera y baja a la playa como quiere, pero creo que la imagen popular que ofrece el Mariano de la serie Mis adorables vecinos, y que tanto se repite entre junio y septiembre, resulta vulgar.

Si hay algo que delata al verano son las sandalias y los dedos al fresco. Los pies, como la cara y las manos, son también el espejo del alma y en esta época del año descubrimos con asombro como muchas personas lucen su talón de Aquiles con callos, juanetes y unas zarpas que piden a gritos la intervención del podólogo. No es por llevar la contraria, pero me gustan más las zapatillas que las chancletas.