SUPLENTE. Camuñas salió en la segunda mitad y poco pudo hacer. / JOSEMA MORENO
Deportes

Un bonito sueño con un final infeliz

La derrota del Xerez en el Carlos Belmonte pone definitivamente punto y final a las ilusiones de ascenso de un equipo que parecía tenerlo cerca

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¿Dónde habrá quedado ese Xerez Deportivo que maravilló y batió records durante la primera vuelta del campeonato? ¿Se habrán perdido en una Rosaleda repleta de almas xerecistas que volvieron a casa con la mosca detrás de la oreja por el conformista empate ante el filial malacitano? ¿O quizá fuera en el gélido Valdebebas donde se esfumaron unos jugadores que parecían tener la Primera División al alcance de la mano? El misterio se olvidará en la historia de un equipo que este año no podrá disfrutar con más sueños de ascenso.

Y todo porque no salió una vez más el Xerez que se esperaba. Ese que debía pelear cada balón como si la vida le fuera en ello, ese que estaba ante la última oportunidad de continuar creyendo en un milagro de Primera. Los azulinos iniciaron el encuentro en el Carlos Belmonte sin creer en la carambola, pues la intensidad y el nervio era incluso inferior al de un Albacete que no se jugaba más que la honrilla de dar una satisfacción a su afición. Entretener a un público que 24 horas antes había tenido que aguantar estoicamente el sopor de la selección.

Daba igual que Lucas realizara el enésimo cambio de sistema, que Gerard se quedara fuera del once, que Castaño ocupara una plaza como volante diestro o que Lekic acompañara a Geijo en la punta de ataque. El problema nacía de la falta de punch de unos azulinos que caminaban por el perfecto prado albaceteño ramplones y sin apenas ritmo.

Para colmo el gol tempranero de David Sánchez. Moreno sigue sufriendo en el uno contra uno. Su ubicación como central -ayer en el centro de la defensa- se supone que da mejor salida a la jugada, a la vez que disciplina defensiva al equipo, pero cuando se tiene que medir con un punta rápido y habilidoso, el valenciano sufre sobremanera. Aranda penetró a los azulinos por el flanco derecho, donde superó a Moreno. La torre albaceteña no pudo mandar el cuero al fondo de la red, pero el rechace le cayó a un David Sánchez que abrió el marcador con un chut desde la frontal.

Con muy muy poco el Albacete lograba crear peligro. La inferioridad numérica en defensa no se veía compensada con ocasiones de peligro en la portería que defendía Sanzol. Por contra, y simplemente con un balón largo desde la defensa, los delanteros blancos lograban plantarse mano a mano con Tete. Las clavadas de la defensa xerecistas se repetían. Pies atados al suelo y mano levantada mirando a un línea que no tenía motivos para alzar el banderín. Tete tuvo que tirar de reflejos para que no creciera la distancia en el marcador.

Lo más doloroso para Alcaraz, era que cuando a sus pupilos les daba por circular el esférico a una velocidad decente, la jugada parecía tener criterio y cierto peligro. Así se fabricaron varias faltas en las inmediaciones del área manchega, pero durante la primera mitad ni Granero, ni los rematadores azulinos estuvieron muy finos en esta suerte que estaba soportando la ilusión azulina en las últimas jornadas. Lekic tuvo una ocasión muy clara de cabeza, pero su remate se quedó en una peinada.

El Alba respondió con una contra perfecta que Ferrón mandó a la grada cuando lo tenía todo a su favor para reventar la puerta de Tete. La última clara la volvió a tener Lekic, que tras varios rechaces, no supo meterla desde la frontal del área chica. La fluidez en el juego xerecista estaba seca. Lucas tiró de Colorado para oxigenar el centro del campo, y gracias al joven jerezano los minutos iniciales del segundo tiempo fueron esperanzadores. El canterano estaba crecido y con fuerzas suficientes como para dar un paso adelante cuando el colegiado pitó un penalti por derribo de Ferrón a Moreno. La pena máxima en este caso fue para Álex que tras la paradinha veía como Sanzol detenía su lanzamiento. El Xerez no se descomponía. Se volvía a repetir el guión, en los que los azulinos no decidían dar el paso al ataque hasta no tener el marcador en contra. Ahora sí había tensión y pelea, pero el que un día fuera el queso mecánico, aprovechó los espacios. El segundo gol blanco, casi calcado al primero. Aranda entra por línea de fondo, balón atrás para que David Sánchez fulmine desde la frontal y se ponía el punto y final a la temporada con uno de los peores finales posibles. Luego Colorado intentaría quitarse la espinita por todo los medios, pero ni él ni de Coz, que pegó un zapatazo al palo, pudieron impedir que el Carlos Belmonte fuera el escenario de un bonito cuento que acaba con un final muy triste.