La noche es coca
Actualizado: Guardar«La noche es coca, tía». Eso dice mi amiga Carmen, en una siguiriya electrónica que ha compuesto con todo el arte del mundo. La noche es coca. Ni joven, ni larga, ni loca, ni ná. Pura coca. Cocaína, digo, por si alguien no me ha querido entender. Cocaína p´arriba y cocaína p´abajo. En los bares y en la calle. Gente mirándose, al acecho por ver quién se va al baño. Gente que no para de mandibulear, de hablar sin escucharse, de beber sin emborracharse. Gente que no para de hacer cosas para acabar la noche sin haber hecho nada.
Ya la coca pertenece a todos, no es ni de gente de dinero, ni de artistas, ni de intelectuales. Ni siquiera tiene el desolador encanto de lo marginal. La coca es democrática, es la droga del funcionario. Sirve para hacer que uno crea que lo mediocre se puede convertir de una esnifada en algo especial y poderoso. Por eso es más devastadora que el caballo. Porque es mentirosa. Porque la gente todavía piensa que tiene caché, que tiene glamour. Ya ves tú, qué glamour. El propio ritual no puede ser más cutre y desangelado: la tapa de un váter.
La noche es coca, no se engañen, ni los que están alrededor, ni los que están dentro, creyéndose tan importantes. Pura coca, pura ansiedad, pura inquietud, pura insatisfacción, pura incomunicación, pura mierda.