«La cultura y la ironía son básicas para sobrevivir a la situación de Euskadi»
Actualizado:Periodista, escritor, amenazado, donostiarra y residente en Ma-drid, José María Calleja sueña con palabras de Pablo Milanés un tiempo que anhela y que aún no existe: «Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue San Sebastián ensangrentada, y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes». Aún queda para eso y, de momento,el propio Calleja discrepa acerca del problema vasco, el eterno estigma que lo atormenta y que ha echado fuera con el libro que presenta hoy en el ciclo La Prensa en la Calle, de la Asociación de la Prensa de Cádiz. Se trata de Algo habrá he-cho. Odio, muerte y miedo en Euskadi (Espasa Calpe), que con la primera frase retrata la ponzoña moral de los que rematan a las víctimas convirtiéndolas en culpables. Ilusionado con el guión de Manuel Gutiérrez Aragón basado en el terror de sus historias, se plantea con optimismo el alto el fuego de ETA que ha forzado un replanteamiento de la historia. «Bendito problema», se felicita.
-¿Algo habrá hecho es una alusión a la culpabilidad a la que se somete a las víctimas?
-Es una frase repetida mil veces durante los años 70 y 80. Sintetiza la miseria moral del País Vasco. Son personas encogidas de hombros frente a la muerte del vecino. Con esa frase, el que la dice se posiciona al margen de que le vuelen la cabeza.
-¿Qué le sugiere el cambio de guión de Gutiérrez Aragón después del alto el fuego de ETA?
-Llevamos tres años hablando del guión y resulta que la evolución política nos permite basarlo en un final distinto. Es una excelente noticia. Lo terrible sería tener que modificarlo porque un atentado se ha llevado a 15 de golpe.
-¿Considera la cultura como denuncia de la situación; una válvula de escape válida?
-Ojalá lo fuera. Uno de los mejores piropos lo recibí de una persona que me dijo que un libro mío le había demostrado que no estaba loco. El discurso nacionalista está tan alejado de la realidad que la gente se vuelve loca. La cultura y la ironía son fundamentales para sobrevivir a una situación como la del País Vasco. Con el libro Arriba Euskadi, un lector me dijo que había reído y llorado. Es una forma de terapia. Yo llevo veinte años enterrando amigos desde lo de En-rique Casas, en 1984. ¿Cómo se soporta eso? Pues con principios y procurando hacer un fondo de igualdad contra los que te quieren hacer la vida imposible.
Tragedias sin digerir
-¿Qué opinión le merece que Oliver Stone haya llevado al cine el atentado terrorista de las Torres gemelas?
-De él hay cosas buenas y horrorosas, pero tiene pulso y sensibilidad y seguramente hará una historia conmovedora. Muy mal lo tendría que hacer para que no le saliese bien... De todas maneras, es de gente valiente hacer una película de algo que está tan pegado a los sentimientos. Estados Unidos no ha hecho aún la digestión de esa tragedia. Madrid, por ejemplo, la ha hecho más rápidamente.
-¿Porqué no se ha tratado más el terrorismo de ETA en la cultura?¿Es un tema que se ha atragantado?
-El miedo ha impedido que la gente que quería hacer una película se haya atrevido. He propuesto a algunos directores hacer películas, pero cuando me veían llegar con escoltas se asustaban. Hay mil historias que no se cuentan por ese miedo. Es un miedo paralizante, una censura íntima. Es raro que no se hayan contado aún una decena de historias con fuerza narrativa y que lleguen al público.
-¿Piensa que el alto el fuego va a desencorsetar la producción cultural vasca?
-El alto el fuego lo alivia todo. Es como si, en una habitación en la que huele muy mal, se abriesen las ventanas y entrase aire fresco. Se alivia las miradas, las sonrisas... El País Vasco es un país atravesado de miradas de odio y esto ya se ha empezado a aliviar. Desde hace tres años no hay asesinatos (aunque haya gente que no se quiera dar cuenta) y desde luego se va a abrir el panorama social y cultural. Igual hay que hacer la digestión realizando los proyectos culturales que no se hicieron en su día. Y serán necesarios. Pueden desaparecer los atentados, pero se necesitarán años para desactivar el odio. La cultura tiene un papel fundamental para demostrar que todos somos iguales, seamos del PNV o no. Deberá de haber proyectos que ayuden a desterrar el odio. Sería increíble que, como los gaditanos, pudiéramos discrepar sin que tengan que llegar los camilleros a recoger los cadáveres.
-Después de la polémica sobre el documental de Julio Médem, ¿No está la sociedad esperando un producto cultural para crucificarlo por motivos políticos?
-Julio Médem hizo una película que le dio la gana sabiendo que iba a tener el beneplácito de los nacionalistas. Era una manera de quedar bien. Una vez le propuse hacer una película sobre el odio y me miró como si estuviese loco. De todas maneras, el que crea tiene que someterse a lo que los de-más puedan opinar sobre él.
Cultura y política
-¿Podrá lo cultural superar los límites de lo político?
-Es imposible. La política forma parte de la vida, pero no hay que considerar el adjetivo político como un insulto. Si escribimos una novela, el peso político habrá condicionado el enfoque. Por ejemplo, Vargas Llosa, en La fiesta del chivo, no puede saltarse su opinión política. Otra cosa es que esa postura bloquee la historia. Lo fundamental es crear algo de calidad, sabiendo siempre que va a tener un determinado sesgo. Siempre considerando la política como un intercambio razonable de pareceres entre seres razonables que no tengan la porra debajo de la mesa preparada para darte un garrotazo, un Hola fondo norte, hola fondo sur.
-¿Qué libro le gustaría escribir?
-Con el último he quedado agotado, pero me gustaría hacer ficción, una novela que, lógicamente,iba a ser hija de mi biografía, del que ha vivido la cárcel en tiempos de la dictadura de Franco y la cárcel de los escoltas bajo dictadura de ETA.
Cambio de historia por el alto el fuego
Manuel Gutiérrez Aragón rodará en noviembre en San Sebastián una «historia de amor cuyo protagonista es un profesor amenazado. El guión se ha apoyado en tres de sus libros José María Calleja (Héroes a su pesar: crónicas de los que luchan por la libertad, ¿Arriba Euskadi! La vida diaria en el País Vasco y Algo habrá hecho. Odio, muerte y miedo en Euskadi). Los tres sirvieron para documentar el trasfondo social vasco en una historia que protagonizará Óscar Jaenada. Sin embargo, el alto el fuego de ETA ha obligado a introducir cambios en el argumento. «Nos ha obligado a dejar un final abierto, porque cuando la película termine supongo que aún no habrá una solución», ha anunciado el director. La acción del filme transcurre «en un tiempo sin especificar», y el autor de Cosas que dejé en La Habana ya tiene en su cabeza los escenarios. «Rodaré en la Parte Vieja de San Sebastián, que tiene mucho sabor, y en las afueras. No mostraré el San Sebastián burgués del centro», ha explicado.