USUARIOS. Los clientes ya no pueden adquirir tabaco en las estaciones de servicio.
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Negocios que dependen del humo

El encargado de una gasolinera de San Fernando explica cómo ha descendido alarmantemente el negocio desde que les han prohibido comercializar tabaco

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Las gasolineras venden gasolina, pero viven de sus tiendas. Es una paradoja tan real como el progresivo y alarmante descenso de las ventas de unos negocios vitales para mantener el estilo de vida al que están acostumbrados los ciudadanos de los países desarrollados.

Los grandes capitales que están detrás de las impresionantes cadenas internacionales de venta de petróleo procesado se dieron cuenta hace tiempo de que para sacar beneficios había que diversificar las ventas en productos hasta entonces destinados a otros tipo de negocios. Así, los principales ingresos provienen del consumo de bebidas, prensa, alimentación, artículos para automóviles y, hasta ahora, del alcohol y el tabaco.

«Las ventas han bajado casi un 50% desde que nos prohibieron comercializar bebidas alcohólicas de más de 20 grados y tabaco. No sólo hemos perdido los ingresos por estos productos, sino que la gente entraba a comprar tabaco o alcohol y de paso se llevaban más cosas como comida o bebidas», explica Jesús González, encargado de una de las gasolineras que operan en el polígono industrial de Fadricas en San Fernando.

Comparaciones

El fastidio de profesionales como Jesús por esta medida gubernamental se incrementa cuando comprueban cómo esos mismos bienes se venden sin problemas en otro tipo de negocios como quioscos o bares. «Si ellos pueden tener máquinas para expender tabaco, por qué nosotros no podemos. Es una situación injusta. De la gasolina que se vende, en torno a un 80% va a parar al Gobierno en forma de impuestos, eso da muy poco margen de beneficios. Aquí vivimos de lo poco que da ahora la tienda y de los lavados de coches. El Gobierno se ha equivocado y ahora tiene que rectificar», asegura convencido Jesús.

Curiosamente, en contra de lo que esperaban los responsables de las nuevas restricciones, la mayoría de los clientes consultados no entiende la prohibición de vender tabaco, aunque son mucho más comprensivos con el impedimento de comprar alcohol en las estaciones de servicio. «Yo no fumo, pero creo que no se le puede prohibir a alguien de buenas a primeras que venda algo que ha vendido durante toda su vida y de lo que depende en parte sus ingresos», afirma Lucía Gómez, mientras observa cómo llenan el tanque de su vehículo y el casillero de euros y céntimos del surtidor sube a velocidad de vértigo. Un dinero del que poco verá el propietario de la gasolinera.