Luz, cámara... promoción
Un estudio analiza el gran impacto que tiene para la imagen turística de una ciudad su aparición en una película
Actualizado:El cine ofrece la posibilidad de acercar a millones de personas las imágenes de las ciudades más famosas y de los parajes más bellos y exóticos del mundo. Del poder de la gran pantalla como medio de publicidad para dar a conocer un lugar y atraer turistas saben mucho los norteamericanos, que llevan años convirtiendo las localizaciones cinematográficas en las estrellas de los productos turísticos. El bar de Cuando Harry encontró a Sally; la Quinta Avenida en Nueva York en Desayuno con diamantes; y el cañón en Utah donde Susan Sarandon y Geena Davis encuentran su final en Thelma y Louise, son sólo una muestra de una nueva forma de hacer vacaciones: el recorrido turístico cinematográfico, tal y como recoge el que es el primer libro-estudio que se elabora en España para analizar este fenómeno bautizado como movie tourism.
Bajo el título Cine y turismo. Una nueva estrategia de promoción, este volumen escrito por Carlos Rosado, creador de la Andalucía Film Commission y presidente de la Spain Film Comisión, y Piluca Querol Fernández, coordinadora de la Andalucía Film Comission -la red de oficinas de promoción de rodajes- se presentará el próximo 24 de mayo en el Festival de Cine de Cannes.
Iniciativa pionera
Editado en castellano e inglés, esta iniciativa pionera en España de promoción turística a través del cine informa de cómo atraer y rentabilizar un rodaje cinematográfico; bien a través de los mapas turísticos que detallan y descubren los lugares y localizaciones donde se han rodado secuencias míticas, bien a través de la moda o de la gastronomía.
La obra, que forma parte del plan conjunto entre la Junta y Andalucía Film Comisión para promocionar el turismo cinematográfico en Andalucía, incluye las tres rutas que se han elaborado sobre las localizaciones del rodaje de Alatriste, adaptación de la novela de Arturo Pérez Reverte, dirigida por Agustín Díaz Yanes; la ruta de Almería (tierra de cine); y la del mito de Carmen, con lo mejor de cada una de las versiones cinematográficas rodadas en Andalucía, que sólo el año pasado fue escenario 646 películas.
Aparecer en una película no implica sólo una rentabilidad económica, también garantiza un flujo importante de turistas porque la publicidad que un filme ofrece a la ciudad, provincia o país que le sirvió de escenario equivale a un anuncio visto por 72 millones de espectadores, la media de audiencia mundial de un filme cinematográfico.
Así, los responsables del turismo de Kansas cifraron en un aumento del 25% la afluencia de turistas a Fort Hays después de la filmación de la película de Kevin Costner Bailando con lobos; y, gracias a Salvad al soldado Ryan, los norteamericanos renovaron su interés por Normandía, donde aumentó hasta un 40% el número de estadounidenses a la zona. Lo curioso es que el filme de Spielberg se filmó en las playas de Irlanda.
Más datos. Lost in Traslation, de Sofía Coppola, ha sido el mayor hito para el turismo en el país nipón junto con el largometraje de Tom Cruise El último samurai. En Nueva Zelanda el número de turistas no deja de aumentar tras el triunfo de la trilogía de El señor de los anillos; y Escocia valoró los ingresos turísticos por Rob Roy y Braveheart en 15 millones de libras.
Los rodajes dejan millones de euros y una imagen promocional de país más potente que las que salen en los folletos turísticos. La experiencia demuestra que el 30% del presupuesto de producción de un largometraje se gasta en el rodaje. Un ejemplo, Alatriste, de Agustín Díaz Yanes, se filmó en Cádiz, Sevilla, Úbeda, Baeza y Tarifa, entre otras localizaciones, y tuvo como resultados en impacto turístico unas 9.000 pernoctaciones, unos ingresos de tres millones de euros y más de 2.000 profesionales contratados.
En un momento en que el turismo cambia y el sector tiene que captar directamente al cliente, el tirón de salir en la gran pantalla está estadísticamente comprobado que es garantía de éxito y un nuevo filón en el que los empresarios turísticos y las distintas administraciones deben incidir para no dejar pasar la oportunidad.