El martirio de Madonna

Para la mil veces reinventada Madonna, parece que todos los días son Semana Santa. La egomaníaca diva del pop, cuya fama se cimentó en los años ochenta gracias en parte a la manipulación de iconos religiosos, ha vuelto a la carga con lo que empieza a resultar una previsible exhibición de manidas provocaciones con fines comerciales. Ante una entusiasta audiencia en Los Ángeles, la show- woman, de 47 años, se ha embarcado en una nueva gira de multitudinarias actuaciones con una coreografía que incluye su propia crucifixión.

Arropada por un derroche visual de atrezzo, tecnología escénica y estética sadomasoquista, una Madonna en envidiable forma física se apareció en el escenario del californiano estadio Great Western Forum transportada dentro de una discotequera bola de cristal. Todo con mucha fusta, bota de tacón, algo de trasparencias, inevitables corsés, bailarines esclavizados y una mezcla musical de sus temas clásicos y las nuevas canciones de su último álbum, Confessions on a Dancefloor. Nada realmente del otro mundo hasta que la ferviente seguidora de la última moda espiritual de Hollywood -el cabalismo- convierte el escenario en un monte Gólgota.

Siguiendo la pauta de Carod Rovira en Tierra Santa, la material girl se encasqueta una corona de espinos y se suspende de una enorme cruz acristalada mientras entona la balada Live to Tell. Un retador martirio completado con gigantescas pantallas de vídeo saturadas con imágenes de miseria en el Tercer Mundo y trágicas estadísticas sobre la pobreza. Pero como el hedonista imperio de Madonna abarca tanto lo divino, su via crucis de provocaciones no ha terminado ahí.

Durante uno de sus múltiples cambios de apariencia entre una veintena de canciones, Madonna incluye un montaje en vídeo con imágenes del presidente Bush y el primer ministro inglés, Tony Blair, mezcladas con Adolf Hitler, Osama bin Laden y otros personajes más o menos desagradables en el escenario internacional. Más un comentario soez contra el inquilino de la Casa Blanca.

La revista Billboard ha calculado que, gracias a esta gira confesional que cuenta con un pequeño ejército de bailarines, músicos y vocalistas, Madonna puede fácilmente lograr unos ingresos de taquilla de casi doscientos millones de dólares por menos de sesenta conciertos. Es decir, el tour femenino más rentable en la historia del show business.