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La historia turbulenta de 'Solania'

E. MÜLLER/BERLÍN
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La primera vez que Montenegro fue reconocido formalmente como un Estado independiente, en 1878, el país era una monarquía y gozaba del raro honor de haber sido la única región en los Balcanes que resistió con éxito la invasión del imperio otomano.

Aunque el reino de Montenegro fue reconocido por la mayoría de las potencias europeas y por Estados Unidos, el país tuvo el incierto privilegio de ser la única nación aliada que desapareció literalmente del mapa después de la I Guerra Mundial.

Los libros de historia relatan que el rey Nikola, cuando estalló el conflicto en 1914, declaro la guerra a Alemania y al imperio Austro-húngaro, pero un año más tarde su pequeño Ejército fue derrotado y las tropas imperiales ocuparon el país. El monarca buscó refugio en Francia donde murió en 1921.

Casi al final del primer conflicto mundial, tropas francesas y serbias, ocuparon Montenegro y, en una acción relámpago, organizaron una asamblea con un grupo escogido que aprobó la unión con Serbia. Fue el comienzo de una violenta revuelta que dejó varios miles de muertos entre los partidarios de la independencia del pequeño país. Las tropas serbias aplastaron la insurgencia en 1925.

Resistencia

Durante la II Guerra Mundial y la ocupación nazi, varios miles de montenegrinos se unieron a los dos mayores grupos de resistencia yugoslavos, lo que ayudó para formar la base más efectiva contra el Ejército de Hitler en los Balcanes.

Pero, después de 1945, Montenegro resucitó como una de las seis repúblicas que formaron la federación yugoslava, que fundó Tito. La apacible convivencia llego a su fin en 1989 cuando Slobodan Milosevic, resucitó la bandera nacionalista serbia y prometió que su pueblo jamás volvería a ser golpeado.

Aunque el primer ministro de la época, el joven Milo Djukanovic apoyó las guerras contra Croacia y Bosnia, la alianza comenzó a deteriorarse a medida que Milosevic perdía el apoyo de la comunidad internacional.

En 1997, Milo Djukanovic, recién elegido presidente del país, se atrevió a romper con el dictador de Belgrado, sobrevivió a varios intentos de alejarlo del cargo y, en 1999, tuvo el coraje de respaldar la campaña aérea de la OTAN durante la guerra en Kosovo.

Sobre las ruinas de la antigua Yugoslavia, Serbia y Montenegro formaron una nueva unión, en la primavera de 2003, que fue bautizada irónicamente como 'Solania', a causa de la poca disimulada presión que ejerció Javier Solana ante los dos gobiernos parea que buscaran un camino común.