Manuel Ramírez. / JUAN CARLOS CORCHADO
MANUEL RAMÍREZ COPROPIETARIO DEL BAR MÓNICA

«Nuestra clientela es fija y casi una familia»

El Bar Mónica es un clásico de la plaza del Arroyo y punto de encuentro de vecinos y los funcionarios de la Comisaría

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-¿Cuándo empezásteis con este bar?

-Lo compramos en el año 1989, pero nos vinimos a trabajar el uno de junio de 1994. Llevamos aquí doce años. Somos dos socios que llevamos juntos desde que éramos niños.

-¿Dónde estuvieron antes del Mónica?

-Empezamos a trabajar en la Venta Montero, ahí en la carretera de Sanlúcar, desde 1973 hasta que nos vinimos al Mónica en el 94.

-¿De dónde viene el nombre del bar?

-Se llama Mónica porque cuando nosotros lo compramos ya tenía ese nombre. Así se llama la hija del anterior propietario, que es precisamente el vecino de arriba. Nosotros decidimos respetar el nombre del bar.

-¿Cómo fue el cambio de trabajar asalariado a tener un bar por cuenta propia?

-Durante los últimos cinco años en la venta, fuimos nosotros los que la llevamos. Pero estando allí dijimos que queríamos trabajar para nosotros y compramos el bar.

-¿Qué tipo de clientela frecuenta su establecimiento?

-Nuestra clientela es fija. Son básicamente policías y gente que viene a arreglar papeles a la Comisaría, como es el carnet de identidad y el pasaporte. También viene mucha gente del barrio.

-Más que clientes, serán amigos. -Y casi familia. Viene mucha gente de toda la vida.

-¿Cuál es la hora de más trabajo en el Mónica?

-La mañana sobre todo, con los desayunos. También damos muchas comidas. Después, por la tarde, sólo hay cafelillos.

-En Semana Santa, el ambiente será diferente.

-Y también es muy agobiante, porque hay mucho trabajo por hacer.

-¿Ha cambiado el barrio desde que abrieron?

-Ha cambiado para mejor. Ahora viene mucha gente de fuera y mucho turista. Lo que nos hace falta es que pongamos una terracita ahí fuera para ampliar el negocio.