Protegidas sin permiso
La directora de la Biblioteca Nacional y columnista de LA VOZ, Rosa Regás cerró ayer el foro 'Una sociedad para todos y todas' de la Diputación Provincial
Actualizado:En el principio de los tiempos, el hombre decidió que debía cazar, -tarea que le hizo fuerte- y la mujer, quedarse en casa cocinando y cuidando a su prole. A partir de ese momento, ellas han vivido y si-guen viviendo «en una brutal situación de inferioridad» frente al hombre protector. Más bien, la mujer «necesita igualdad». «Si queremos protección, ¿ya se la pediremos!», dijo al explicar su tesis, la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás que compareció ayer en el foro Una sociedad para todos y todas, organizado en el Salón Regio de la Diputación de Cádiz.
La columnista de LA VOZ llegó hasta el estrado con la expectación de una sala llena de un público mayoritariamente femenino. Algunos espectadores incluso tuvieron que permanecer de pie para hacerse eco de la conferencia de la escritora, que versaba en un principio sobre Literatura comprometida y mujeres progresistas. No hubo una relación directa y absoluta entre los términos, pero Regás desgranó con oratoria fácil y argumentos serios lo que significaba para ella la literatura, el compromiso, y la mujer progresista.
«Sometidas» al hombre
Al hilo de la excesiva protección de la mujer, definida como la auténtica «trampa de la civilización» aprovechó para dar un buen palo a las religiones mediterráneas, en especial al cristianismo. «Jesús no dice en ningún momento que la mujer fuese inferior. Pero San Pablo apuntó ya aquello de la mujer sometida a su marido, que yo misma escuché en mi boda. Eso no es en lo que hemos quedado, me dije». «De hecho, ninguna de estas religiones ha admitido que la mujer sea mi-nistro de Dios», subrayó.
En este sentido, la escritora se definió como feminista, término que, desde su punto de vista, de-fiende la igualdad, si bien, a su juicio no se trata de que seamos «iguales, sino absolutamente equivalentes». «Podemos tener la misma estupidez, la misma inteligencia y hasta la misma fuerza, si nos empeñamos», argumentó. Sin embargo, no sólo acusó a los hombres de machismo, sino que entonó el mea culpa de las mujeres machistas. «Todas lo hemos sido, por ejemplo, cuando hacemos volver a nuestra hija dos horas antes que a nuestro hijo», explicó.
Además, la conferenciante agradeció la presencia a los hombres en la sala ya que, a su juicio, la sociedad necesita «hombres feministas y progresistas», ya que ellos mismos acabarán siendo «más felices». «Los hombres educados en una sociedad machista no pueden ser felices. Tienen que entender que la felicidad también es la complicidad en una relación de amistad, el poderse equivocar en la oficina, en la cama; el no te-ner que estar dando el Do de pecho siempre».
Desde su punto de vista, el acto de luchar por la igualdad y romper la cadena no nos hará solamente «mejores», sino «más felices»; «dejar de ser criaturas de la rutina y de la costumbre para convertirnos en personas y criaturas de la imaginación», concluyó.