MASSIMO D'ALEMA

La mente resignada

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El presidente del DS (Demócratas de Izquierda), la formación que sucedió en 1992 al histórico Partido Comunista, es en realidad el auténtico líder de la izquierda italiana, pero con esta carta de presentación no llegaría lejos. Con todo, fue el primer ex-comunista en llegar a primer ministro en 1998, tras la caída del primer Ejecutivo de Prodi por traiciones internas. También ahora es el primero en llegar a un ministerio tan relevante como el de Asuntos Exteriores, otro hito en la larga normalización de la izquierda italiana, tras los temores de la Guerra Fría.

No obstante, el historial político de D'Alema y su carácter arrogante hacen crecer vetos a su alrededor, como se ha visto con su candidatura frustrada a la presidencia de la República. Por eso debe aceptar jugar en coalición y ceder el protagonismo a Romano Prodi, líder incoloro cuya función es ser la cara de La Unión. Pero D'Alema sigue siendo la mente central del Gobierno, la inteligencia más fina y con más miras de la izquierda. Por eso el mínimo es que sea vicepresidente. Este puesto culmina una progresión personal de aceptación del juego de equipo que será fundamental para la estabilidad de La Unión. 'Tifoso' apasionado de la Roma, amante de la vela y comunista desde 1968, D'Alema hizo una carrera fulgurante y tiene fama de ambicioso, es decir, que no soporta no mandar. Quizá por eso el primer Gobierno de Prodi de 1996 duró lo que duró, dos años, y él recogió encantado el testigo. Luego, cinco largos años de oposición a 'Il Cavaliere', como al resto de sus socios, le han enseñado que esta vez no se puede fallar. Estos días ha cedido en varios frentes y ha demostrado que su prioridad es un Ejecutivo fuerte, y que pueda durar.