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EMOCIÓN. Los miembros de la peña vivieron la final con una gran intensidad que se desbordó con el pitido final.
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La final también se jugó en Cádiz

Los socios de la peña barcelonista 'Migueli' compartieron anoche nervios, sufrimiento y, sobre todo, mucha alegría

TEXTO: ANDER AZPIROZ / FOTO: ÓSCAR CHAMORRO / CÁDIZ
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La afición del Barcelona se reunió ayer en Cádiz en la sede de la Peña Migueli, nacida hace ahora once años de la mano de un puñado de seguidores culés afincados en la ciudad y que querían compartir su entusiasmo por el equipo de la catalán. Desde entonces, su expansión no ha cesado, hasta alcanzar los setenta socios actuales, cincuenta más que los que iniciaron la aventura. Entre las actividades que ha desarrollado a lo largo de este tiempo no podían faltar, por supuesto, las reuniónes de los sábados y domingos para ver en compañía los devenires de su equipo del alma. Pero en ninguna de aquellas ocasiones había tanto en juego como ayer. Sin duda su cita más importante, el día en que el FC Barcelona se hizo con su segunda Champions League.

La jornada en la sede comenzó mucho antes del partido y es que existía el firme propósito de que todo saliera a pedir de boca, «eso sí con la precaución propia de quien no quiere menospreciar a un rival antes de vencerlo», advierten los socios. Sin embargo, y por si acaso, se permiten algunas licencias. El cava se pone a enfriar y se prepara una tarta por si llega el tan deseado título continental.

Minutos antes del partido van llegando hasta el número 42 de la Calle San José decenas de miembros de la peña quienes, en esta ocasión, también están acompañados por muchísimos otros seguidores barcelonistas de la ciudad de Cádiz.

Y entre tanto ir y venir llega la hora de la verdad. El noruego Terje Hauge pita el inicio del partido. El esférico comienza a girar sobre el césped del Stade de France: Etoo cede a su compañero Ronaldinho quien busca a Giuly... Por delante quedan 90 minutos de emoción, sufrimiento y, sobre todo, de muchos nervios. «Yo ya me he tenido que salir dos veces, lo estoy pasando fatal», comenta José Luis, uno de los socios fundadores, mientras que los jugadores blaugranas fallan una ocasión tras otra. En efecto, durante el partido, hay tiempo para adivinar todo tipo de emociones en los semblantes de los peñistas: desde los nervios de los minutos iniciales hasta la desbordante alegría final, pasando por la impaciencia de ver como corren los minutos con desventaja en el marcador. La pasión se desboca con la llegada de los goles. «Esto está hecho», se comienza a escuchar.

Según el colegiado acerca el silbato a sus labios los peñistas van poniéndose en pie. Lo han conseguido. Los tres pitidos lo confirman, su equipo, el Fútbol Club Barcelona, es el nuevo Campeón de Europa. Ahora sí que se puede sacar el cava. Por delante queda una larga noche de celebraciones.