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Cada uno por su lado
Un mesa redonda en el Ateneo pide a la Junta, al Consistorio y al Obispado que se sienten a negociar el futuro del Oratorio de San Felipe
Actualizado: GuardarE l Concilio de Trento y el solidario se reunieron ayer en el Ateneo para limar diferencias con sus discursos bien sabidos entre encuentros y desencuentros. Caras de circunstancia y espíritus inquietos y libres ambientaban el salón que se encontraba hasta la bandera. Unos y otros querían escuchar a las partes invitadas a la mesa Sobre la propiedad y futuros usos del Oratorio de San Felipe Neri con vista a 2012. Sin embargo, el discurso empezaba con grandes ausencias. El vicario general de la Diócesis de Cádiz-Ceuta Guillermo Leonsegui no pudo acudir por motivos de agenda, pero aclaró que «el obispo aún no ha tomado ninguna decisión».
Sin más dilaciones las preguntas asaltaban a los intervinientes. Es posible y viable el cambio de uso, hay soluciones alternativas, peligran las obras de arte o puede haber una desacralización. Todas ellas salieron a relucir en un debate en el que las partes, cada por su lado, se unieron para decir que lo oportuno sería que Junta, Obispado y Ayuntamiento se sentasen juntos por el bien de los gaditanos y se dejasen de colgar banderitas.
Operación inmobiliaria
El primero en abrir la sesión fue el primer teniente Alcalde del Ayuntamiento de Cádiz Enrique García-Agulló, con toda una hemeroteca, quien respondió a lo último aparecido en la prensa donde se dice que el Obispado escuchará al Ayuntamiento si se hace una oferta. Por eso, no dudó en ni un momento de definir el tema del Oratorio como «una operación inmobiliaria».
Además recordó que la aventura de la reforma del Oratorio de San Felipe Neri arranca desde 1997 donde el Ayuntamiento y la Iglesia mantenían contactos para la operación, pero de repente todo terminó y se enteraron por los medios que la Junta hacía su propia oferta. Enrique García-Agulló perfiló aún más su oratoria al recordar que la Junta debe hablar con ellos ya que «el 60% del complejo les pertenece» y porque el Consistorio siempre se ha comprometido a cofinanciar la reforma dentro de sus posibilidades económicas, pero «de momento nos sentimos ninguneados».
Ante las palabras de Enrique García-Agulló su oponente en el Ayuntamiento Marisa de las Cuevas planteó que «la Junta no es ningún caballo de Atila» y que «con tanta confrontación la administración se va a echar para atrás». Además, manifestó que en el caso de haber una desacralización sólo le incumbe a la Iglesia quien es la que debe hacerlo. Sus palabras despertaban murmullos y silbidos entre los asistentes aunque apostase por hacer «un conjunto cultural y educativo» interesante para el visitante, que de momento no encuentra en la ciudad ningún referente de la Constitución de 1812. A su vez, aseveró que la Inmaculada de Murillo se quedará en el Oratorio.
Acto seguido, le tocó el turno al rector del Oratorio de San Felipe Manuel de la Puente. Un discurso a título personal en el que quiso dejar bien claro que él está en «contra de la operación» ya que sería un error terminar con la historia de un edificio que se planteó en sus inicios como una iglesia de ahí que defendiese su uso litúrgico porque nadie se plantea «vender la Piedad».
Asimismo, recordó que cuando él era vicario en sus conversaciones con el Obispo éste tenía dos cosas muy claras: San Felipe sería una iglesia siempre y que en el acuerdo deberían estar el Ayuntamiento y la Junta. Pero la cosa ha variado como sucedió con el proyecto que Antonio Ceballos tenía para él de hacer «un ateneo cristiano en el edificio».
Apoyo gaditano
Sin embargo, el que más ovaciones y gestos de conformidad se llevó, durante las dos horas de debate, por el público asistente a la mesa redonda fue el abogado y directivo del Ateneo de Cádiz Juan Manuel Pérez Dorao, quien en su exposición señaló que los políticos deben preocuparse «menos de quien se coloca la banderita» y más de responder a las inquietudes de la ciudadanía que «no sabe lo que se presenta al no estar perfectamente definido» aboliendo a las partes que tengan en cuenta el sentir de los gaditanos porque «Iglesia somos todos».
De ahí que invitase a las partes a sentarse en una mesa para dialogar por el bien de Cádiz y los gaditanos para «resolver en la ciudad problemas que preocupan más a la ciudadanía» como el desempleo, que un cuadro concebido para un templo.