A PIE DE MUELLE. Barcos japoneses como éste pueden verse en Barbate desde abril.
TEMAS DEL DÍA

La paradoja del herrero

La crisis es un duro golpe para los conserveros, que carecen de materia prima, y para los mercados, que no tienen producto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En la comarca de La Janda hay todo un tejido industrial basado en la transformación pesquera del atún rojo. Además, este pescado supone una de las principales especialidades gastronómicas de la zona y el mero hecho de probar estos platos es motivo suficiente para atraer a visitantes y turistas.

Estos factores inducidos hacen que la crisis de las almadrabas no afecte exclusivamente a los marineros que se dedican a esta actividad, sino también a los cientos de trabajadores de las diversas fábricas de conservas y salazones de la zona, pescaderos y hasta restaurantes.

Reservas en frigoríficos

Las grandes empresas tienen normalmente grandes cámaras frigoríficas donde mantienen reservas de un año para otro ante posibles desajustes como en este caso. Así ocurre en El Rey de Oros, la factoría más importante y antigua de Barbate, que ha continuado su actividad con normalidad gracias a esta previsión. Sin embargo, no todas tienen esta posibilidad y las pequeñas empresas tradicionales dedicadas a la elaboración de conservas y salazones de forma artesanal tienen su actividad parada a falta de la materia prima, por lo que se dedican, mientras tanto, a otros productos como caballas, melvas u otras especialidades.

De tal forma, fuentes de Salpesca comentan que «este año la cosa está yendo fatal. Nosotros no estamos haciendo ronqueos ni estamos elaborando nada con atunes aunque tenemos algunos guardados». Según los empresarios, una parte de esta situación está motivada por los barcos nipones, ya que, «siempre se está a expensas de que ellos dejen algo para comprarlo nosotros. El problema es que esta temporada no hay capturas apenas y lo poco que hay se lo llevan ellos, así que al final somos las empresas locales las que salimos perjudicadas porque ahora nos encontramos sin la materia prima fundamental de nuestros productos».

En esta idea coinciden también en las pequeñas instalaciones de El Ronqueo. Su propietario, Chico, asegura que este año carecen de producto y deberán esperar al final de la temporada «para ver si se puede pillar algo de lo que no se lleven a Japón, si no, esperemos que el año que viene haya más suerte».

Sin embargo, lo más curioso es la ausencia del atún rojo de los mercados de la zona y lo que los pocos pedazos que se ven son demasiado caros y hacen que estén al alcance de sólo unos pocos.