Ave César
Actualizado: GuardarLa caída del Imperio Romano vino precedida de la corrupción y la megalomanía. Al menos, así lo estudiamos los herederos del plan de 1970 y su E.G.B., que ahora mismo no sé bien si el Imperio Romano se estudia o no se estudia, o lo que sea. A nosotros nos enseñaban unas cabezas gigantescas de mármol veteado representando a los últimos césares y nos decían que eso era síntoma de degeneración. El Barroco, que también se caracterizaba por su megalomanía y retorcimiento, se explicaba como una época de perversión política y social que pedía a gritos que llegaran los ilustrados y enderezaran los edificios y pusieran orden en aquel mamarracho de monarquía siniestramente absoluta.
En nuestro país, sin ir más lejos, los románticos, hartos de escupir sangre por los rincones, también dejaron una interesante nómina de políticos nefastos y fantasiosos que contribuyeron al llamado desastre del 98. Lo dijo Galdós, España es un país garbancero, y por mucho que Unamuno insistiera en buscar la intrahistoria y en escarbar, lo único que se puede encontrar es ese sustrato de corrupción y megalomanía tan afín a la picaresca barroca, tan de Quevedo, tan nuestro que nos sale a la más mínima sin que tengamos que hacer el mayor esfuerzo.
Parece que en España es donde más circulan los billetes de quinientos euros. Nadie de mi entorno ha visto ni ha tocado ninguno, usted tampoco, no hace falta que lo diga. Y sin embargo, se emiten más billetes morados que en cualquier país de Europa. No se entiende, a menos que Roca, las Chané y los de Forum Filatélico -con su versión ampliada y moderna del timo de la estampita- los tuviesen todos debajo del colchón, que puede ser. Resulta incomprensible que circule tanto dinero negro a espaldas del Fisco cuando a usted y a mí nos controlan hasta el último céntimo, pero parece algo normal en una sociedad que va navegando entre la corrupción y la megalomanía mientras pasamos la tarde -como en Roma- oyendo los gritos de los que van a morir después de saludar al César, es decir, viendo A tu lado.
En cuanto a la megalomanía, qué quieren que les diga. Miren a su alrededor. Esto es lo que nos queda, grandes obras, grandes monumentos, grandes banderas, grandes edificios, grandes hazañas. La baronesa ha conseguido que se paralice el proyecto del Paseo del Prado, mientras aquí nos amenazan con hacernos una playa en el único sitio que nos queda para pasear con tranquilidad, sin chanclas ni camisetas de propaganda, sin toallas de Shin-Chan ni barbacoas. ¿Alguien se encadena conmigo a la balaustrada de la Alameda?