Barriadas marginales, el paraíso de los narcos y el infierno de los vecinos
LA VOZ ha recorrido las principales zonas conflictivas del municipio para sacar a la luz sus secretos mas horribles y su chispa de esperanza
Actualizado: GuardarTú crees que se puede vivir así», espeta con desesperación una de las vecinas del conflictivo barrio José Antonio Primo de Rivera mientras decenas de toxicómanos deambulan por la zona sin un rumbo fijo. Un par de ellos se pelean por los restos de una bolsa de basura, otros se fuman una «papela» en la entrada del bloque, algunos con aspecto cadavérico intentan vender cosméticos sustraídos de alguna tienda y uno más aplicado manosea en el contador de la luz para intentar conectar el suministro eléctrico a los narcos. Si lo consigue, una dosis gratis.
Realmente es difícil imaginar una vida en este barrio. Sin embargo, los habitantes de José Antonio no tienen que realizar ningún esfuerzo mental para reflexionar sobre lo que significa. Desgraciadamente lo viven día sí y día también. Esta realidad es algo que se puede palpar de una manera tangible. El único tema de conversación que existe aquí es el estado del barrio y su ardua existencia. Y no porque no tengan otra cosa de que hablar sino porque su vida está marcada a hierro y fuego por narcos y drogadictos.
«Dios mío, pero qué noche me han dado. Hasta las cuatro de la mañana con esa maldita música. Cuatro pastillas me he tenido que tomar para poder dormir», se queja una persona mayor con claros síntomas de ansiedad. Del fondo de uno de los edificios se puede seguir escuchando reaggeton a todo volumen.
Este calvario no es nuevo para los habitantes del barrio. José Antonio ha sufrido la lacra del narcotráfico durante diez largos años. Sin embargo, se puede decir que, de un tiempo a esta parte, la situación se ha hecho insostenible.
Antiguamente, la venta de estupefacientes se realizaba en el cercano barrio de Santa Clara. Cuando este distrito fue derribado debido a los problemas de inseguridad y venta de drogas, los narcos se «mudaron» a José Antonio, comprando y ocupando viviendas. Ahí comenzó el suplicio. «Esta barriada siempre ha sido un sitio humilde de clase trabajadora. No había problemas hasta que llegaron ellos», comenta una vecina. De todas las personas con las que se habló durante la visita a la zona, ninguna quiso dar su nombre.
Además, como suele ser habitual en este tipo de casos, la mayoría de las familias normalizadas han dejado el barrio en cuanto han podido. Por tanto, la barriada ha quedado exclusivamente para traficantes y personas mayores que, dada su situación económica, no pueden pensar en mudarse a otra parte. «Pues claro que tenemos miedo, no es la primera vez que nos amenazan. Nos han dicho de todo, amedrentan a nuestros hijos, nos dicen en la calle que nos van a cortar la lengua, vivimos un terror eterno», comenta con rabia una de las vecinas.
Sin embargo, las soluciones no llegan. Las instituciones públicas no se ponen de acuerdo, ya que aunque la Junta de Andalucía se comprometió a derribar la barriada de Primo de Rivera y reasentar a los vecinos en otros domicilios de protección oficial, los plazos se eternizan y los vecinos no aguantan más.
Zonas estratégicas
No obstante, los que no han perdido el tiempo, sin lugar a dudas, han sido los narcotraficantes. De esta manera, varios camellos han comprado u ocupado viviendas en otras zonas «estratégicas» de la ciudad para cuando José Antonio sea derribado. Otro punto negro de la ciudad son los pisos de Diputación, situados frente al instituto José Luis Tejada y que están pendientes de demolición debido al mal estado de los mismos. De este mismo modo, varias familias han «emigrado» rápidamente a Primo de Rivera para poder seguir con sus lucrativas, a la vez que ilícitas, actividades.
Ni siquiera las redadas parecen surtir efecto. Las últimas operaciones policiales en este tipo de barriadas sólo sirven para evitar que se vendan estupefacientes durante un par de días. Acordonan la zona, no permiten la entrada a nadie, efectúan registros en varias viviendas, arrestan a un par de traficantes. Pero después todo sigue igual.
Los Milagros
Otro de los sectores que está sufriendo también el reasentamiento de narcos es el popular barrio de Los Milagros. Y los efectos no se han hecho esperar. De un tiempo a esta parte, los vecinos se han venido manifestado por el deterioro de la convivencia debido a familias desestructuradas o narcos que intentan imponer su ley del mismo modo que han hecho en José Antonio.
De hecho, la sede de la asociación vecinal ha sido incendiada por desconocidos y ha sufrido varios actos vandálicos a lo largo de todo el año. Por eso mismo, vecinos de Los Milagros han comenzado a movilizarse para pedir «hechos y no palabras» del Gobierno municipal, pues «ante esta situación hay que emplazar una batería de medidas sociales para intentar atajar el problema», comenta Rafael Caballero, presidente de la asociación vecinal.
Un vecino que sufre diariamente la violencia y el acoso en Primo de Rivera comentó el sentir general de los habitantes del barrio. «Vamos a ganar. Nosotros no queremos pisarle la cabeza a nadie ni buscamos el desquite. Tan sólo queremos poder vivir en paz. Sólo eso. ¿Por qué van a ganar los malos?». Tiene razón. ¿Por qué?