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SEVILLA. Escuredo, De la Vega, Chaves y De la Borbolla abrieron ayer la campaña informativa del PSOE sobre el Estatuto. / EFE
ANDALUCÍA

Chaves pide a los cargos del PSOE que expliquen el Estatuto casa por casa

El presidente andaluz insiste en que el nuevo articulado es «el mejor antídoto» contra los desequilibrios territoriales Anima al PP a que aproveche la «oportunidad histórica de superar los sinsabores» que le provocó a la derecha el 28-F

ANTONIO MONTILLA/SEVILLA
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Un cónclave similar al de las grandes ocasiones -consejeros, parlamentarios, ex presidentes de la Junta- y dos invitadas de excepción: la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y la ministra de Cultura, Carmen Calvo.

Manuel Chaves, presidente de la Junta y secretario general del PSOE-A, arengó ayer en Sevilla a casi 800 militantes socialistas a explicar en la calle, casa por casa, el nuevo Estatuto de Autonomía y las ventajas que, a su juicio, va a suponer la futura norma autonómica para los andaluces y andaluzas. El acto tuvo varios oradores que cumplieron con distintos cometidos. Los ex presidentes Rafael Escuredo y José Rodríguez de la Borbolla explicaron los paralelismos entre el proceso de elaboración del Estatuto de 1981 y el actual. Especial énfasis pusieron ambos en destacar que hoy, como entonces, la derecha juega el mismo papel contrario a la reforma.

Fernández de la Vega disipó cualquier duda -si es que existían- sobre el apoyo que José Luis Rodríguez Zapatero prestará al nuevo articulado y, finalmente, Manuel Chaves describió los aspectos clave en los que los cargos socialistas deberán incidir en todo el territorio andaluz.

Andalucía y España

«El nuevo Estatuto es la mejor garantía y apuesta para la unidad y cohesión de España, el mejor antídoto que se ha hecho contra la insolidaridad, la desigualdad y los desequilibrios territoriales», señaló. El mandatario andaluz quiere que quede meridianamente claro que ni España se rompe, ni incluir referencias a la 'realidad nacional' de Andalucía supone un distanciamiento de los andaluces con respecto a la nación española. La segunda gran idea de peso fue la del consenso, sí, pero no a cualquier precio. «En lo que de mí depende, habrá consenso en la reforma. Sólo hay un precio que no podemos pagar. La única línea roja que no podemos traspasar es la de su rebaja», apostilló el presidente. Chaves volvió a dejar la pelota en el tejado de los populares y, como en días pasados, se permitió aconsejarles. Así, les animó a aprovechar «la oportunidad histórica» que, a su juicio, le brinda este proceso de reforma para «borrar los sinsabores» que la derecha española habría cosechado en los últimos 25 años merced a su falta de apoyo a la autonomía plena que el PSOE promulgó para Andalucía en el referéndum del 28 de febrero de 1980.

«Concurso de disparates»

El gobernante conjugó este tono conciliador con una batería de reproches a los populares y mencionó una serie de declaraciones de altos cargos del PP, que denominó en su conjunto como «concurso de disparates» del PP sobre Andalucía. «Deben poner fin a esto si no quieren perder el poco crédito que tienen en Andalucía», sentenció. Bajo este epígrafe agrupó los comentarios del portavoz popular en el Parlamento andaluz, Antonio Sanz, -que acusó a Chaves de «antiespañol»-, el de la presidenta del PP vasco, María San Gil, -que comparó el articulado andaluz con una chirigota-, o las del propio Mariano Rajoy, que aseguró que la inclusión del término «realidad nacional» era un «cachondeo».

Esta misma línea argumental la utilizó el ex presidente andaluz Rafael Escuredo, que se centró en el comentario del parlamentario europeo del PP Jaime Mayor Oreja, quien dijo que el Estatuto de Andalucía abría la puerta al islamismo radical: «Ese día, alguien le cambió el pastillero a ese hombre».

De la Borbolla, por su parte, contó una reunión que mantuvo en 2001 el presidente Chaves con algunos padres del Estatuto de Carmona -entre los que se encontraba él- para informarles que iniciaba la reforma del articulado. El anuncio no habría gustado a los asistentes. «Debo confesar que todos nos equivocamos y que Chaves acertó», señaló.