Mantenerse vivos
Actualizado:L o vimos muy cerca, la ilusión creció y la esperanza de que el milagro sería posible en la última jornada, nos hizo volver a soñar con una nueva temporada en primera división. Desgraciadamente, el cuento de la lechera duró poco, muy poco, y el esperado golpe dolió bastante. No creo en las lágrimas por el fútbol porque no merecen la pena. Si lo piensas bien es hasta absurdo llorar por unos colores por muy dentro del corazón que se lleven. Pero esta vez no he podido evitar emocionarme y es que la afición del Cádiz no para de sorprender. ¿Cómo es posible que después de caer derrotado en Getafe, con un resultado que te manda a segunda, se empeñen en aplaudir de nuevo a los perdedores? Y me emociona comprobar la cantidad de gente que ha lamentado el descenso cadista. Gente de distintos puntos de España a quienes nada une a Cádiz. No se sabe la razón pero parece que el color amarillo les atrae. Es el caso de un gallego que vive en Pamplona y que pedía la constitución de un decreto a través del cual, el Cádiz no bajase nunca. El pésame deportivo me lo han dado amigos del Betis, Sevilla, Deportivo, Barcelona y otros clubes más. A todos, no se sabe porqué extraña razón, les ha dado rabia que el Cádiz haya bajado. A pesar de la tristeza, percibo cierto optimismo por recuperar la categoría que le corresponde a esta ciudad. Nos lo hemos pasado tan bien jugándole de tú a tú al Barça y al Real Madrid, que ahora queremos subir de nuevo para ganarles. Soy consciente de que los proyectos llevan tiempo y que no siempre salen como uno quiere. Se vaya quien se vaya, se quede quien se quede y venga quien venga, sólo pido unión entre todos, un factor determinante en el descenso a Segunda bajo mi punto de vista. La misma unión de la que ha hecho gala la afición a pesar del batacazo.