CUARTO DE PALABRAS

amarillo

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En las teles circulan unos vídeos en los que un niño chino siempre termina pegándose un chocazo: va corriendo el chiquillo y se cae de boca, tropieza con una tabla apoyada que hace palanca y se pega un tablazo en la crisma, está en un columpio y en uno de los vaivenes va al suelo y se escogorcia el coco... y en todos los casos, mientras el chiquillo berrea, sale el chino mayor de detrás de la cámara escoñao de risa (sieso). Sadismo. No me hace puñetera gracia, pero como es humor amarillo (debería ser más racional), lo veo.

También, ponte que me preguntan por un invento, y no digo penicilina ni pararrayos: el barco que ideó Isaac Peral y que botó en el muelle de Cádiz. Aquello fue notorio porque lo primero que hizo fue hundirse, y hubo mosqueo (ehh), pero después salió a flote (ahh); cuando vieron cómo iba gustó (un punto de barco), iiín pabajo, iiín parriba, iiín... ¿Y en música? La banda de Liverpool, la que pintó el sumergible de Isaac, unos clásicos. Y mira que traducida El submarino amarillo es un mamarracho, pero me da igual, nada más me quedo con el título... Debería ser más racional, lo reconozco. Y por absurdo que le pueda parecer me gusta un toldo amarillo, un taxi amarillo, el tulipán amarillo, un globo amarillo, un contenedor amarillo, la bayeta amarilla y hasta me he leído El caballero del jubón amarillo. Y qué le voy a decir (yendo por derecho), el arroz en amarillo, las papas en amarillo, el cazón en amarillo... Hombre, y me gustaría tener un porsche amarillo. Debería ser más racional (lo sé), pero me gusta pasear y ver los balcones de Cádiz con banderas amarillas... Si hasta los bordillos amarillos de las aceras que tan malamente me caen estos días los miro y me da un no sé qué...

Chungo, tirao de racionalidad, ya. Pero son cosas que se maman y ya permanecen para siempre en el mueble del sentimiento, guardadas en cajones de sensaciones. Como cuando de chico me vestía la camiseta amarilla con el número de plástico (cuando tuve las medias amarillas creí que ya no había más felicidad); como cuando Juanito Mariana vestido de amarillo marcó el tres cero por la escuadra al Granada desde la esquina del área (fue un gesto suave, pun...).

Llámeme irracional (y, si quiere, hortera), pero si como hay pulseras hubiera medallas, sería rociero amarillo: Hoy tengo el corazón más amarillo que ayer pero menos que mañana.