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Los periodistas andaluces recién llegados al oficio en la Transición y que cubrimos a pie, por añadidura, el proceso histórico que desembocó en el referéndum del 28 de Febrero de 1.980, nunca tuvimos la sospecha, ni remotamente, que la gubernamental UCD nos la jurase por estar a favor del sí en la consulta. Y aunque el partido gubernamental de la época, que acuñó en la defensa de sus intereses la frase «Andaluz, este no es tu referéndum», y que finalmente acabó desapareciendo, en buena medida, por su recordada posición negativa, nunca sus distintos cargos públicos nos mostraron animadversión ni fuimos víctimas de caza de brujas, pese a que muchos de ellos se mantuvieron en la vida política ejecutiva durante cierto tiempo.

Afirmar lo mismo en estos tiempos de la reforma estatutaria andaluza sería pasarse de ingenuos. Y es que, en líneas generales, la vida política española ha ido estrechando su caudal hasta convertirse, en no pocos tramos de la actualidad, en un riachuelo estrecho y zigzagueante, donde parece que sólo hay calado suficiente para el «conmigo o contra mí». Y esto, dicho con todos los respetos y con absoluta determinación y claridad, se percibe nítidamente en el escuálido espacio laboral del periodismo nacional. Una vez más, pues, y como es inevitable, la influencia de la vida política impregna numerosas pautas y espacios de la realidad ciudadana.

Una situación que parece subrayarse abiertamente en este momento de la vida política y cuando la proposición de ley de reforma del Estatuto de Carmona tiene ya fecha para su debate en el Congreso de los Diputados de la nación. Porque hay una subespecie de políticos, minoritaria pero marchosa, para la cual el periodista independiente es todo aquel que trabaja para el propio partido o bien sus opiniones coinciden con la de ellos, mientras que los informadores que expresan opiniones diferentes, aunque sean puntuales, están al servicio sectario de los adversarios políticos. Así, sin más puntos intermedios. Pero hay como archivos, hemerotecas y grabaciones, la prudencia es sabiduría en estado puro.