A Antonio Pérez

Ni te imaginas cómo nos hemos quedado. Cómo nos quedábamos todos después de aquellos largos comentarios de radio matinal, escritos de tu puño y letra de caligrafía redonda de niño de bien. Igual. «¿Qué bien dicho!» -decían los oyentes-. O mejor: «¿Qué habrá querido decir?». ¿Qué has querido decir, Antonio, en tu último comentario manuscrito? No sé si era éste el guión de programa previsto para tu última hora, si influyeron los gustos de la audiencia o si, por el contrario, mandaste hasta el final, cargado de un valor y fuerza de voluntad propios de aquellos que son llamados, elegidos. No te imaginas cómo nos hemos quedado. Mancilla no sabe cómo dar la noticia. A Rocío se le ha quebrado su perfecta vocalización. Manolín no da con la tecla. Rafael Morales no encuentra el disco apropiado, ni El Pescaó la copla. Liébana, atónito. Y Antonio Morales, y Rincón y Pepe Maza, y Antonio Viruez, y Paqui, y Margarita Aránegas, y Manolo Chacón y Pepi Núñez, y... Aquellos locos de la radio de Humberto Gacio no paran de buscar explicaciones al proceder del niño grande de la barriada, del devoto de nuestro padre Jesús, del sevillista de la razón..., y José Antonio Hinojos las encuentra. Aquella emisora de patacabra de mañana, tarde y noche, aquella amalgama de ilusión, voluntarismo e impotencia nunca será lo mismo sin ti, sin tus mañanas, sin esas mañanas de Radio Ubrique que serán siempre... ¿cómo dirías tú?... eso... imperecederas... Sube sintonía Garrido...

Modesto Barragán. Cádiz