La primera ronda para elegir presidente de Italia se queda en un tanteo de transición
La formación de Prodi votó en blanco con la esperanza de que la oposición aprobara a su candidato, Giorgio Napolitano
Actualizado:Es difícil explicar, para quien no conoce Italia, la vacua, farragosa y burocrática ceremonia que tuvo lugar ayer en el Parlamento. Más de mil personas, entre diputados, senadores y delegados regionales, reunidos en sesión conjunta, pasaron la tarde votando uno por uno, escribiendo en papeletas dentro de cabinas instaladas en el hemiciclo, para elegir el nuevo presidente de la República.
No obstante, se sabía que nadie saldría elegido y fue una simple ceremonia de trámite, dentro de los juegos tácticos y conspirativos de la política italiana. El resultado final fue un mosaico de votos dispersos que refleja la falta de acuerdo con que las dos coaliciones llegaron a la votación.
Estaba claro que era una jornada de paso porque un candidato para triunfar debe obtener una mayoría de dos tercios (674 votos) que nadie posee. La Unión de centro-izquierda de Romano Prodi decidió votar en blanco, como símbolo de espera a que la oposición apruebe su candidato, Giorgio Napolitano, que considera aceptable para todo el arco político. Por su parte, Berlusconi y los suyos se limitaron a escenificar su desacuerdo apoyando a Gianni Letta, hombre de confianza de Il Cavaliere. El centro-derecha había propuesto una lista de cuatro nombres que estaba dispuesta a asumir: dos ex primer ministros, Giuliano Amato y Lamberto Dini; el nuevo presidente del Senado, Franco Marini; y el ex comisario de la competencia de la UE, Mario Monti. Sin embargo, el centro-izquierda los rechazó todos.
Hoy, día decisivo
De este modo la votación de ayer fue una pantomima en la que cada uno hizo más o menos lo que le dio la gana. Hubo cierto ambiente de votación de delegado de clase, aprovechando el secreto de sufragio para proponer nombres raros. Los votos blancos fueron 438, Letta obtuvo 369 y los demás se repartieron. El sentido de este ritual es servir de tanteo para llegar a las dos votaciones de hoy, las últimas que exigen mayoría de dos tercios. Habrá una al mediodía y otra por la tarde, y si no, mañana se pasará a la mayoría absoluta, donde el centro-izquierda podrá imponer su candidato. Aún cabe la posibilidad de que entonces no sea Napolitano, sino Massimo D'Alema, el primero que había planteado.
Hoy será el día crucial, porque el centro-derecha deberá descubrir definitivamente sus cartas, elegir si sumarse a un consenso amplio para dar peso a la elección del jefe de Estado o hacerlo ver como una decisión parcial. Napolitano, veterano comunista, es un hombre de las instituciones, pero para Berlusconi es un rojo y no hay más que hablar. Ante la disyuntiva, casi preferiría D'Alema, y no es de descartar que sea ésta, en secreto, su opción final.