Maragall descarta un adelanto electoral antes del referéndum sobre el 'Estatut'
Todos los partidos catalanes dan por hecho que se anticiparán los comicios ante la precariedad del tripartito Montilla asegura que las elecciones «no están en la agenda política ni lo estarán en las próximas semanas»
Actualizado:Elecciones. La palabra corre de boca en boca entre los dirigentes políticos catalanes sin distinción de color. Pasqual Maragall, sin embargo, dio una larga cambiada y rehuyó cualquier mención a un anticipo de los comicios autonómicos durante el debate en el Parlamento de Cataluña sobre la reciente remodelación de su Gobierno. «Lo que a mí me importa -advirtió- es el Estatuto», y lo demás, por ahora, es secundario.
En la misma línea, el primer secretario del PSC y ministro de Industria, José Montilla, aseguró ayer que la prioridad de su partido en este momento es el referéndum sobre la reforma estatutaria y rechazó hablar de elecciones anticipadas alegando que «no están en la agenda política» ni lo estarán en «las próximas semanas».
La precariedad del tripartito catalán se mantendrá unos meses más. La solución a la crisis de la alianza de socialistas, republicanos e Iniciativa pasa por un adelanto de las elecciones autonómicas previstas para noviembre de 2007. El diagnóstico no es de la oposición de CiU y PP, que también, sino de la totalidad de las fuerzas políticas catalanas. Es, en palabras del Artur Mas, «un clamor». Las diferencias radican en el momento de convocarlas, aunque la tesis de celebrarlas en otoño, tras el referéndum sobre la reforma del Estatut del 18 de junio, gana enteros día a día.
La convivencia en el tripartito no da más de sí, reconocen fuentes de todos los grupos gobernantes. La decisión de ERC de votar «no» en la consulta ha sido la puntilla. Maragall calificó la negativa de «traición a Cataluña», aunque más bien se trata de una cuchillada a su fórmula de gobierno que, según el parecer general, imposibilita su continuidad. El presidente autonómico, sin embargo, eludió toda referencia a un adelanto electoral en su comparecencia en el Parlamento catalán.
Pregunta
En todo caso, evitó despejar la incógnita sobre el adelanto electoral. Ni siquiera se respondió a sí mismo. «Todos nos hacemos la misma pregunta», reconoció, «¿es posible mantener un Gobierno en el que conviven opiniones contrapuestas sobre el Estatut?» Pese a la expectación creada por su interrogante, Maragall se perdió en divagaciones y en reclamar el apoyo de su partido, el PSC; de su aliado, Iniciativa per Catalunya; y de su rival, CiU, para que hagan campaña a favor de la reforma estatutaria.
La remodelación del Ejecutivo del 20 de abril pasado estuvo en un segundo plano tanto en la intervención de Maragall como en la de los portavoces parlamentarios. El líder de CiU preguntó al presidente de la Generalitat si creía que «con la que está cayendo, el Gobierno está preparado para encarar el final de la legislatura. Yo -dijo- creo que no, y es un clamor». No obtuvo contestación. Artur Mas buscó el cuerpo a cuerpo y acusó a Maragall de presidir un Gobierno «acéfalo», que se encuentra en «la picota», pero no por la labor de la oposición sino por «las contradicciones de sus socios». El presidente de la Generalitat no entró en ese terreno.
«Vodevil y espectáculo»
El presidente del PP catalán, Josep Piqué, habló de un Ejecutivo de «vodevil, sainete y espectáculo», y apuntó que el tripartito podría ser calificado de «marxista», pero de «la tendencia Groucho», momento en que la tensión contenida en comisión primera del 'Parlament' cedió el paso a las carcajadas. Piqué reclamó a Maragall que convoque elecciones «cuanto antes mejor» para que los catalanes puedan «configurar un nuevo Gobierno» porque «se han perdido dos años y medio». Mientras, el republicano Joan Ridao reclamó «respeto» para su postura contraria al Estatut ya que su partido «no criminaliza a nadie» por tener otra posición.
Los socialistas, a su vez, defendieron en público a capa y espada la actuación de Maragall, aunque en privado también reconocieron que el adelanto electoral es inevitable porque el tripartito está roto e incapacitado para gobernar.