El poder de un toro De Paula, 'caballero andante'
Un gran animal de Corbacho Grande en una tarde en que Jesuli de Torrecera cortó tres orejas y Fran Gómez, una
Actualizado:Tras varias décadas sumida en la penumbra y la ignominia con la eternamente aplazada construcción de su plaza de toros, por fin la afición gaditana ve iluminado su panorama con la brillante aurora de una promesa local, Fran Gómez, capaz de ilusionar y movilizar a un nutrido grupo de incondicionales. Nuevo ídolo que aglutina las esperanzas taurinas de una ciudad y se erige en estandarte de una pasión emergente.
Es mucha, pues, la responsabilidad de este chaval y mucho también el esmero que deben poner los mentores de su incipiente trayectoria. Tal vez se deberían replantear la conveniencia de prodigarse en demasía en este tipo de corridas mixtas, en las que saltan al ruedo cuatreños cuajados con toda la barba a los que le suceden becerros de apariencia inofensiva que pueden provocar en los públicos la rechifla general y la escasa valoración de la labor que con ellos se ejecute. Algo de eso ocurrió hoy. Tras la lidia de dos auténticos toros, se vivió el sorprendente contraste del correteo por la arena de un añojo claudicante y sin fuerzas. Animal que no permitió estirarse de capa al gaditano y que ofreció un triste y lamentable juego de absoluto inválido en la muleta. También su otro enemigo se desplomaba con facilidad, aunque al menos. Pudo Fran muletearlo con garbo a media altura y dar muestras de sus avances en este duro oficio que ha escogido.
El punto álgido de la tarde lo puso el cuarto toro con su embestida larga, vibrante y encastada. Un auténtico toro bravo, serio, que fue dos veces al caballo en el que apretó metiendo los riñones. Fue res de mucha exigencia para el torero, al que no perdonaría una mala colocación. Pero enfrente estaba un poderoso Jesuli de Torrecera que con sumo valor y decisión, inició la faena con doblones por bajo para proceder luego a un emotivo toreo en redondo. Aunque no encontrara el acoplamiento con la izquierda al sucederse los enganchones, consiguió muletazos largos y templados en un trasteo en el que hubo mucha verdad y exposición. Puso feliz rúbrica a su actuación con una gran estocada, tras la cual el toro, aferrándose a su casta y a su vida, demoró emotivamente su muerte en agonía de auténtico bravo. Máximos trofeos para el de Torrecera y póstuma vuelta al ruedo para el de Corbacho Grande, al que tal vez, en otro coso y en otro contexto hubiera sido merecedor del indulto. También fue noble, bravo y de humillada embestida el primero de la suelta, pero con una desesperante falta de fuerzas. Se afanó Jesuli en el toreo en redondo y al natural sin obligar y sin mandar demasiado para que el burel no se desplomase. Fueron, pues, muletazos a media altura con lo que la faena no alcanzó la altura deseada. No obstante tras una gran estocada se le concedió una oreja.
Se presentó David Galán con un luminoso saludo capotero de largas cambiadas, chicuelinas y revoleras. Pero con la franela no logró ligar faena el joven espada porque su enemigo se revolvía con presteza y embestía siempre con la cara arriba. Tras intentarlo inútilmente por los dos pitones, buscó y encontró el aplauso del respetable mediante desplantes y pases efectistas. El quinto fue también un toro cuajado que tomó dos varas en regla. De embestida sosota pero incansable y repetidora, no dejó estar a gusto al espada, que realizó una faena dilatada, culminada con embarulladas manoletinas. Dejó dos buenas estocadas que le valieron sendas orejas de cada oponente. Distraída, variada y, en ocasiones, emocionante fue la tarde de toros que nos deparó la grata sorpresa de encontrar el interesante juego de un verdadero toro bravo. El torero Rafael de Paula ha sido nombrado Caballero Andante del Toreo, en un acto organizado por la congregación del vino de esta tierra en el que actuó como padrino el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Máximo Díaz Cano, que le impuso también la Medalla de Oro de la Denominación de Origen La Mancha. De Paula, que recibió el homenaje «con emoción y agradecimiento» dijo estar «satisfecho con los objetivos alcanzados, en la vida y en los ruedos».
«Porque incluso en los momentos malos, que también los ha habido -añadió-, siempre queda el consuelo de estar ahí por la familia, puesto que había que llevar el pan a la casa. Y sólo los toreros sabemos qué hay detrás de esa doble exigencia humana y artística».
«Afortunadamente no me han faltado los partidarios, que, por cierto, ¿cómo han sido, y son!», presumió Paula , aunque autoinculpándose con humildad de que «en el toreo, no fui ni la mínima parte de lo que pude ser, y ellos se merecían», al tiempo que achacaba esta limitación a su fragilidad física. «Las piernas siempre han sido mis enemigas, no me han dejado, y muchas veces me vi frente al toro a lo que Dios quiera», dijo.