Cartas

Las huellas del miserable

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En la calle Barquilla de Lope y sobre la fachada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, hace más de un mes que campea un letrero de grandes dimensiones que dice con letras de pintura rosada: «Puta España».Suelo pasar mañanas y tardes por el lugar y el dichoso letrerito ha terminado por hacerme pensar qué circunstancias han podido llevar al osado escritor a la expresión de tal «piropo» en lugar tan escasamente adecuado.

Luego, dándole vueltas al coco, he caído en la cuenta quizás, del por qué, de dicho exabrupto. De todos es sabido que, bastantes individuos de sus propias carnes, la están jodiendo a cara de perro, o sea sin pagar, y además, con el consentimiento de muchos otros que ni abren el pico para protestar. Más que puta, la están convirtiendo en una viciosa del sexo pues, parece darle igual que le den sin estipendio alguno por recibir, y, hasta por la retambufa, como decía el maestro Campmany...

Pero lo más triste del caso es que, si Élla es puta, nosotros los que nos consideramos sus hijos: ¿Qué somos? Y además quiénes la están jodiendo a palo seco y de manera descarada son personajillos que no valen un duro denuestra antigua moneda. Vamos que, si yo fuera hembra, y no hubieran más que tales machos, me volvería lesbiana.

Mirad si no, a los cabecillas de las distintas «patriecitas» que nos están saliendo por el Norte, Sur éste y aquél...¿De pena!

Los llamados «Padres de la Patria», no sienten vergüenza por esta hija tan descarriada que les ha salido...?

¿Será posible que consientan tal desvío sin hacer nada para evitarlo? Éllos, son los llamados a poner las cosas en su sitio, si no lo hacen pasarán a formar parte de la historia para ser recordados de mala manera.

Espero que mis augurios se queden en eso, y que, algún alma caritativa municipal o no, de las cercanías o lejanías, tenga a bien contrarrestar el insulto patrio con una buena escobilla y cal.

A. Martincano Infante. Cádiz