«Escribir sobre la Guerra Civil ha hecho que lamente profundamente ser español»
El madrileño se alzó en la noche del viernes con el XI Premio Fernando Lara de novela, dotado con 120.000 euros, con una historia sobre la muerte de su padre
Actualizado:Una tragedia en tres actos que relata los últimos días de la vida de su padre a comienzos de la Guerra Civil, y de cómo esa muerte marcó las vidas de la siguientes generaciones de su familia, le ha valido a Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) para hacerse con la undécima edición del Premio Fernando Lara de novela, fallado la noche de este viernes en Sevilla y dotado con 120.000 euros.
El autor, sin embargo, asegura que recordar ese pedazo de la historia del país y de su historia en particular le ha creado un profundo sentimiento de rabia «que hace que me lamente profundamente de ser español».
Muertes paralelas, que comenzará a distribuirse el próximo 23 de mayo y que concurría al certamen bajo el seudónimo de Juan Sin Tierra, es una obra sobre la Guerra Civil española articulada en tres grandes apartados: la vida de Fernando Sánchez Monreal, un periodista «llamado a convertirse en luminaria de la prensa española» que vio truncada su carrera la tarde del 17 de julio en las Cortes al enterarse de la sublevación militar en Melilla y fue asesinado poco después por grupos prefalangistas cerca de la cárcel de Burgos; la peripecia de su mujer, embarazada de seis meses del propio autor, que parte por todo el país en busca de su marido, y la historia del niño y sus relaciones con la persona que no pudo conocer pero acabaría convirtiéndose en la más importante de su vida. «Los 120.200 euros que voy a recibir hoy son la herencia que mi padre no me pudo dejar», dijo el escritor tras dedicar el premio a su progenitor.
50 años de gestación
El autor considera que ha conseguido reconstruir «al milímetro» la peripecia de su padre en sus últimos días huyendo por todo el país hasta recalar en Burgos, donde fue detenido, por lo que definió esta novela «la obra de mayor peso, más alcance y aliento que he escrito», como una obra de no ficción al estilo de A sangre fría, de Truman Capote.
Sánchez Dragó descubría que, si aquel se sirvió de una noticia leída en los periódicos para empezar a indagar sobre sus personajes, en su caso fue un encuentro hace nueve años con una persona cuyo abuelo compartió las últimas horas de su padre, «sin saber ambos en qué lío acabaríamos metiéndonos».
«Escribir es un oficio de samurais, equivalente a abrirse el vientre para mostrar las entrañas sobre el papel», apostilló, tras reconocer que llevaba gestando la novela desde hacía 50 años, cuando un encontronazo con la Policía le permitió conocer, a los 19 años, a los asesinos de su padre.
Así, la novela le ha supuesto, según Sánchez Dragó , un auténtico «descenso a los infiernos» que ha trastocado su vida, «puesto que ya no soy el mismo que antes de empezar a escribirla» y en el que se han visto «implicados» todos sus familiares. El único inconveniente ha sido la dificultad para hallar más personas vivas que pudieran contarle con más detalle la historia que recrea, «pero eso me ha obligado a buscar y a reconstruir».
«He tratado de escenificar cómo la muerte de una sola persona, aquel periodista que cumplía 27 años, al igual que una piedra arrojada crea ondulaciones en el estanque, puede alterar la vida de mi madre, la mía propia y la de mis descendientes», indicaba, «y me di cuenta de que necesitaba descubrir la vida de mi padre para saber quién era yo».
Además, el autor explicaba la noche del viernes que en Muertes paralelas, que inicialmente iba a ser un ensayo narrativo con el título de Españolito que vienes al mundo, y que finalmente parafrasea un título de Plutarco, ha querido relatar lo más abyecto de la guerra, como son las muertes de civiles, «el coro de esta tragedia griega».
«Hay cierta lógica en que la gente muera en las trincheras, pero lo brutal fue que murieron en la retaguardia de ambos bandos», lamentaba, poniendo como ejemplo a José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca, Ramiro de Maeztu, Muñoz Seca o Miguel Hernández, personajes que también aparecen en la obra. «Ésas son las muertes paralelas que conoce mi libro y a eso es a lo que nos condujo la Guerra Civil española».
Rabia
En este sentido, subrayaba que la redacción del libro le ha creado un profundo sentimiento de rabia hacia un país «cuyo pecado nacional es la envidia, que ha vivido episodios similares a la Guerra Civil y que sin embargo parece no aprender de sus errores», lo que le lleva a renunciar a su condición de español, «una etiqueta de la que ya he empezado a desprenderme».
No obstante, aclaró que esta renuncia, pese a reconocer que puede parecer polémica, «no tiene nada que ver con mi yo profundo», dado que la esencia de una persona «se define más allá de las etiquetas, las descripciones físicas, los datos de la biografía o sus opiniones».
El autor desveló que, en la búsqueda de datos para documentar fielmente la novela, participó en la apertura de una fosa común en Burgos en la que, casualmente, podría estar enterrado su padre, por lo que aseguró que hará todo lo posible por localizar sus restos y desenterrarlos.
Esta parte es, dijo, la única «inventada» del libro, que se cierra con la posibilidad de que su nieta, arqueóloga de profesión, recuperase el cráneo de su abuelo, «cerrando así el ciclo de tres generaciones marcadas por la muerte de mi padre».