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EL MEJOR. Ronaldinho volvió a demostrar su calidad en la jugada del segundo gol. / REUTERS
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El campeón de Liga se apunta el derbi y hunde en la tabla al Espanyol

Larsson y Gabri se despidieron entre una cerrada ovación de la afición 'culé' El Espanyol fue incapaz de crear peligro pese a la parsimonia blaugrana

SERGI OLEGO./COLPISA. BARCELONA
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El Barça cerró la temporada en el Camp Nou con una nueva victoria ante el Espanyol durante una jornada festiva que vivió la celebración por el título de Liga conquistado la semana pasada. Jarque, en propia puerta, y Ronaldinho desataron la alegría de un estadio entregado a la causa desde el primer instante. Pese a la cita de París y con el título en el bolsillo, Rijkaard sólo se permitió dos retoques. Márquez y Valdés se quedaban en la grada. El resto, los habituales titulares. Eso sí, sus jugadores tenían la lección aprendida.

El Barça accedió al Camp Nou a un ritmo parsimonioso. Se debía cumplir con el calendario pero sin correr riesgos innecesarios. Sin objetivos conjuntos que conquistar, los azulgrana quisieron satisfacer deseos individuales como el pichichi de Etoo o el despedirse del Camp Nou marcando de Henrik Larsson.

Si el ritmo cansino del Barça era el esperado, lo del Espanyol era inexplicable. Parecía que los blanquiazules ya estuviesen salvados. Parapetados en su línea defensiva, regalaban el esférico al instante. Gracias al poco punch de su rival, al Barça le bastaba ir en segunda.

La primera incursión de Etoo por la banda izquierda acabó en la red de Iraizoz tras una desafortunada acción, ya que el centro del camerunés rebotó primero en Sergio Sánchez y después en Jarque. Ni la desventaja espoleó al Espanyol. Y eso que Esquinas Torres, que se retiraba del arbitraje tras este partido, les había perdonado una pena máxima por mano de Sergio Sánchez. Esa acción del centrocampista argentino abrió la veda Larsson. El Barça se conjuró para buscar al sueco. Xavi, Etoo y Ronaldinho encontraron a su compañero pero entre Lopo e Iraizoz desbarataron sus intentonas. Lo mismo ocurriría al filo del descanso, cuando Jorquera evitaría un cercano disparo de Luis García en la única acción combinada del Espanyol en toda la primera mitad.

Viendo el desolador panorama, Lotina quiso cambiarle la cara a su equipo. Tras el descanso, optó por la carta Pandiani. Una opción que casi le da resultado si Sylvinho no salva en la misma línea de meta el remate del uruguayo. Dos minutos después, Ronaldinho cerraba la victoria local al aprovechar con su habitual clase un despeje de Iraizoz tras un mano a mano mal solventado por Larsson.

Para satisfacción de sus seguidores, el Barça cumplió con sus deberes y dejó patente por enésima ocasión el hambre de una plantilla que siempre quiere ganar.