carta a la afición
Actualizado:Mientras sufría el miércoles ante la Real Sociedad pensaba sobre el tema a escribir esta semana. Ni siquiera me había planteado, en las horas previas al choque, que podría ser la antesala de la despedida de Primera División. Mi subconsciente no estaba preparado todavía, ni lo está ahora. El caso es que conforme transcurría el encuentro, me di cuenta de que el asunto a tratar iba cogiendo forma poco a poco. Me entró miedo porque el precipicio estaba muy cerca y me iba deslizando sin remedio hasta la orilla. Aunque el barco que me esperaba abajo era grande, intuía que la caída iba ser larga y angustiosa. Parecía no tener remedio aquello y el manual de cómo utilizar los frenos, me lo había dejado en casa. Nunca he aprendido a conducir pero ese día, me veía capaz de mover hasta un camión si hiciera falta para frenar a los realistas. Intentaba volver hacia atrás pero el fuerte viento de levante me lo impedía. De repente, me quedé clavada en lo más alto de la roca balanceándome. Salvada por el empate de última hora. No es de gran ayuda pero al menos permanezco estable en el coma. Entoces grité a la gente del Vaporcito, que aguardaba la caída de mi cuerpo, que se fuera a descansar, que ya les llamaría. Como son mis amigos y me quieren tanto, no ha hecho falta ni avisarles. Esta vez, van a utilizar autobuses para apoyarme y desearme suerte en esta lucha final que, por culpa de varios accidentes, me tiene aquí postrada en la cama. No sé cuántos vendrán pero serán muchos. Llenarán mi habitación de miles de flores amarillas que me hagan recordar el aire de la Bahía gaditana.
Tan sólo me quedan dos telediarios, como se suele decir, pero sin duda seré la protagonista porque los médicos lograrán el milagro. Si al final os dejo, sé que, a pesar de haberos fallado, vosotros nunca me fallaréis a mí. Gracias afición. (Firmado: Cádiz CF., la institución con más arte del mundo).