Plena sintonía de Bush y Merkel frente al reto iraní de proliferación nuclear
EE UU reitera que el desafío de Teherán es un problema de todo el mundo y descarta las negociaciones directas La canciller es recibida por segunda vez en Washington
Actualizado:Durante su segunda reunión en menos de cinco meses, el presidente Bush y la canciller Angela Merkel han vuelto a destacar la plena sintonía de Estados Unidos y Alemania frente al reto de proliferación nuclear planteado por Irán. Comentarios que han coincidido con la presentación de una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abrir las puertas a posibles sanciones contra la teocracia de Teherán si no abandona su programa de enriquecimiento de uranio.
Este privilegiado encuentro en la Casa Blanca, con reunión y cena celebradas durante la noche del miércoles al jueves, forma parte de los esfuerzos del nuevo Gobierno germano por mejorar sus dañadas relaciones bilaterales con Estados Unidos. Una recuperación de la perdida línea directa entre Washington y Berlín que aspira a no limitarse únicamente a cuestiones de seguridad internacional, sino también a otros frentes de interés común como comercio, Oriente Próximo, Darfur, China y la próxima cumbre del G-8.
Tras hablar durante una hora, Bush indicó su voluntad de «consultar con nuestros socios sobre cómo buscar una solución diplomática a esta cuestión», recalcando que Irán debe abandonar sus ambiciones nucleares «por el bien de la paz mundial». Mientras que la canciller alemana, que anteriormente no dudó en criticar cuestiones espinosas como la prisión de Guantánamo, esta vez reiteró que «bajo ninguna circunstancia se debe permitir que Irán acceda a armamentos nucleares».
Aunque Alemania no respalda un potencial uso de la fuerza en Irán, el Gobierno germano no habría descartado apoyar la opción de sanciones económicas. Factor especialmente relevante para Irán ante la importancia y volumen de las relaciones comerciales con Berlín. Con todo, cualquier posibilidad de sanciones en el marco de la ONU no es precisamente un escenario inmediato. Aunque la Administración Bush -que ayer volvió a rechazar la posibilidad de negociaciones directas entre Washington y Teherán- señaló que, de no obtener el respaldo de Naciones Unidas, podría formar una coalición de países dispuestos a aplicar sanciones al margen del Consejo de Seguridad.
En este nuevo tono de amigos con diferencias aceptables, George W. Bush no quiso recrearse en toda la mala sangre generada con el Ejecutivo de Gerhard Schröder por la crisis de Irak. El presidente recordó: «Tuve un montón de reuniones con el predecesor de Merkel y las recuerdo con cariño. Y aunque nuestros contactos fueron difíciles por las guerra de Irak, no quisiera hablar de un nuevo capítulo en las relaciones de Alemania y Estados Unidos porque no pienso que llegó a haber una interrupción». Según Bush, la actual canciller le parece «una persona fascinante que aporta una perspectiva única» sobre las libertades que muchos en Occidente dan casi por descontadas.
Relaciones
Para terminar de ilustrar la recuperada fluidez de las relaciones germano-americanas, Bush también aceptó la invitación de Merkel para visitar lo que antes era Alemania del Este. La canciller, quiere «mostrar un poco lo que se ha conseguido en los nuevos estados alemanes y que conozca también a la gente, que. como yo, ha vivido al otro del lado del muro». La fecha más propicia para este viaje sería durante la gira europea del presidente Bush para participar en la cumbre del Grupo de los Ocho, convocada a mediados de julio en San Petersburgo.
Durante la jornada de ayer, la agenda de Merkel -con unos envidiables índices de aprobación en casa del 80% en comparación con los del presidente Bush- se ha concentrado en Nueva York con una serie de contactos empresariales al máximo nivel. Pero, con diferencia, el gran evento fue su prevista participación en la gala organizada en Washington para celebrar el centenario del Comité Judío Americano. Constituyó la primera vez que un canciller alemán tenía la oportunidad de pronunciar un discurso ante la principal organización judía en Estados Unidos.