La industria auxiliar se incorporará en dos meses a la construcción de los buques quimiqueros
Comienzan en Puerto Real los trabajos de corte de chapa para los cascos de estos dos navíos Los astilleros se abren a un mercado civil en el que ya se perfilan dos barcos ro-ro y un gasero
Actualizado:La construcción naval resurgió ayer de nuevo en la Bahía. Dos años en dique seco culminaban en la factoría puertorrealeña del que hoy se denomina astillero San Fernando-Puerto Real de Navantia, con el inicio de los trabajos de corte de chapa de los cascos para la construcción de dos buques quimiqueros. Unas labores a las que en un plazo máximo de dos meses podrán incorporarse entre 800 y 1.000 trabajadores de la industria auxiliar; el sector que con más inquietud vive la falta de carga de trabajo.
Pero la importancia del acto simbólico del corte de chapa fue más allá del simple inicio de la ejecución del casco de los barcos. Con este contrato se abrieron las puertas de los astilleros gaditanos a la construcción civil que, en breve, podría aumentar con otros pedidos que se perfilan con la compañía Acciona Trasmediterránea -dos buques ro-ro- y otros armadores -se baraja ya la construcción de un gasero-, y que unidos a la actividad militar hacen vislumbrar un periodo de tranquilidad hasta el año 2012.
Los dos buques quimiqueros, a los que podría sumarse un tercero, supondrán inicialmente una carga de trabajo de 740.000 horas, ampliables en 370.0000 más. Sus entregas a la empresa viguesa Factorías Vulcano -que construye los barcos para un armador ruso- están previstas para 12 meses, en el primer caso, y 16 meses en el segundo. Un reducido margen de tiempo que favorecerá la incorporación inmediata de la industria auxiliar.
Fue éste último uno de los aspectos más apreciados ayer desde el comité de empresa de la factoría. Su presidente, Ramón Linares, calificó de «buena noticia» el inicio de los trabajos, por cuanto supone de inauguración de una «nueva etapa» de recuperación de la actividad industrial, tras más de dos años de «parálisis». No obstante, consideró que esta coyuntura podría haberse adelantado algo en el tiempo, en especial, para la industria auxiliar, más necesitada de esa «estabilidad» que, como recordó, «parece que tendremos garantizada hasta dentro de, al menos, 4 ó 5 años».
También significó el paso que supone de incursión en el mercado civil, ya que el militar cuenta con una cuota importante de contratos cerrados, confirmándose así la dualidad de los astilleros dentro del marco acordado en 2004, por el que el 20% de la facturación debe ser de buques mercantes.
La cartera de pedidos militares de las factorías gaditanas de Navantia se concreta en la construcción de un buque de apoyo de combate (BAC) y 12 lanchas de desembarco LCM-1 para la Armada española y ocho patrulleros para la Armada de Venezuela.
Ocasión única
Por primera vez, Navantia tuvo ayer la deferencia de abrir las puertas del astillero puertorrealeño para hacer visible este momento histórico del retorno de la actividad a la planta. En una de sus naves, sobre una superficie o cajón metálico e inundable, a modo de piscina, se dispusieron la planchas a cortar, que forman parte de una de las secciones centrales del quimiquero denominado V508. Sobre esta superficie, una grúa-pórtico -arco de plasma y oxigas- con dos cabezales de soldadura fueron las encargados de realizar el corte simultáneo de las piezas de babor y estribor del buque -piezas para paso de líquidos-. Una especificidad que posee esta maquinaria difícil de encontrar en los astilleros españoles, donde aún se siguen haciendo algunos de estos trabajos con la figura del tradicional soldador.
Los cabezales de soldadura, con una velocidad de corte de dos metros por minuto, seccionaron las dos planchas, sumergidas en el agua tratada, por licuefacción y no por combustión -el acero se derrite a 3.000 grados centígrados-, dentro de un proceso informatizado y controlado por dos operarios. Este sistema, por el que brotan pequeñas llamaradas sobre el agua, tiene su origen en el uso de nitrógeno a alta tensión como elemento químico para realizar este corte de plasma bajo el agua. La técnica aplicada de la inmersión de las planchas tiene por función minimizar la contaminación acústica resultante de la alta frecuencia que se genera en la operación, así como evitar las deformaciones en las planchas por las altas temperaturas -50.000 grados centígrados-, ya que actúa como un refrigerante.
En este procedimiento, en el que el agua juega un papel decisivo, la planta de Navantia en Puerto Real ha solicitado a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la posibilidad de reutilizar el agua depurada con tratamiento terciario de la estación depuradora de Puerto Real, en aras de contribuir a la mejora del medio ambiente. De conseguirse, la planta emplearía este agua no apta para consumo humano, pero sí para riego de jardines u otros usos, que luego sería tratada en la planta para los usos industriales que sean precisos, como es el caso del corte de estas planchas.