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Juan Diego se reconoce un intérprete obsesivo «que se hurga las tripas»

MERCEDES CERVIÑO/MADRID
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Juan Diego, a sus 63 años, vive uno de los mejores momentos de su carrera, con cinco filmes este año y el Premio de Interpretación del Festival de Málaga. El actor confiesa ser un intérprete obsesivo y reconoce: «Yo me hurgo las tripas hasta sacar al personaje». «El ser humano lleva dentro todos los personajes posibles. Nada es inventado. Yo me los busco dentro, me hurgo las tripas hasta sacarlo. A veces es doloroso, quema; otras, en cambio, te hace reír», explica Juan Diego, que este fin de semana estrenó El triunfo. Allí es un delincuente que ejerce de dueño del barrio chino barcelonés en los años ochenta, un tiempo en el que la llegada de la inmigración provoca una lucha por el poder. «Las historias de perdedores siempre me han atraído. Además, mi personaje está hecho de miradas y silencios. Es un lobo solitario, violento y herido. Un entrañable canalla», explica. Remake es una historia «más vivida por mí», dice este actor que en los años 70, si bien no vivía en una comuna, como su personaje, sí era un destacado activista, conocido por su compromiso político.

Además, acaba de rodar a las órdenes de Banderas El camino de los ingleses. «Es un gran director. Tiene la película en la cabeza y sabe un huevo de cine. Algo que ya se le nota cuando interpreta, incluso en esos trabajos menores de Hollywood. Espero que pronto consiga un buen guión europeo que lo confirme como el gran actor maduro que es». Si en el filme de Banderas Juan Diego es «un ser repugnante, pero simpático», en Fuerte Apache de Jaume Mateu, un drama de centros de menores, encarna a «un hermoso lobo solitario. Un corazón bendito». Mientras que en Vete de mí, de Víctor García de León, da vida a «un actor casposillo».

Este amplio abanico de tipos, fruto de su versatilidad: «Te permite extraer los matices de cada uno». Algo esencial para un actor que está las 24 horas del día a cuestas con su personaje: «A partir de un momento, ese personaje ya está dentro y bien alimentado; entonces es él quien se agarra a ti. Son partos, pero si no lo haces así, es como ir a la oficina», apunta.

Haber tenido una temporada tan prolífica no significa nada: «El año pasado estuve en paro. No tenía dinero y tuve que pedir un crédito. Esto es así», dice.