Un rosal tronchado por la represión franquista
Ángeles López recoge en un libro la historia de Martina, una de las trece jóvenes fusiladas por querer cambiar la España de 1939 a través de las Juventudes Socialistas
Actualizado:El 5 de agosto de 1939 la cárcel de Ventas de Madrid vive un episodio trágico que marcó a toda una generación de reclusas. Tras un juicio sumarísimo, 56 jóvenes fueron enviados al paredón, entre ellas, trece chicas, de las cuales, siete eran menores de edad. Desde la celda, una mujer presa escribe un verso: «Trece rosas han tronchado el eterno rosal».
A partir de ahí, según cuenta Ángeles López, autora del libro Martina, la rosa número trece, es cuando se les empieza a llamar Las trece rosas. Carmen, Blanca, Pilar, Avelina, Elena, Virtudes, Joaquina, Ana, Dionisia, Victoria, Luisa y Martina fueron fusiladas esa noche. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, soñaban con cambiar la situación del país mediante la reorganización de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), y por ello, la represión franquista decidió acabar con sus vidas.
En este libro, recientemente publicado, la periodista Ángeles López (Madrid, 1969), que ha oído de boca de su cuñada Paloma la historia de su tía-abuela (Martina) decenas de veces, traslada al papel uno de los crímenes más recordados de la posguerra. Una de las veces que Ángeles oye de su cuñada la experiencia de Martina comprende que en ella hay material más que suficiente para publicarse. Así, el relato se divide entre la narración de Paloma en el año 2004 y la de Martina en el Madrid de 1939 -cuando tenía 23 años-, que estuvo marcado por el final de la Guerra Civil el día 1 de abril.
«No es una biografía, ni un relato histórico puramente dicho y tampoco es literatura testimonial, sino una novela escrita de forma no lineal que intercala dos voces narrativas, con saltos en el tiempo», explica.
Para contar la vida de la rosa número trece durante 1939, la escritora y periodista ha indagado en bibliografía y fuentes de la época. «Supervivientes que estuvieron detenidos en la misma comisaría de la calle Jorge Juan de Madrid donde estuvo Martina, a compañeras del departamento de menores de la Cárcel de Ventas», así como «los detalles necesarios para la reconstrucción: cómo vestían, las calles por las que transitaban, el olor de la comisaría, los nombres de los policías...», datos que le facilitó también la familia del personaje central de la novela.
«Han pasado casi 70 años y todos aquellos que vivieron los hechos ya no están para darnos su versión», subraya. De Martina sólo han quedado unas zapatillas de esparto que tejió desde prisión y que entregó a su familia «a modo de despedida». «Si hubiera comulgado y confesado en capellanía, podría haber dejado una carta, pero prefirió no hacerlo», cuenta Ángeles.
Durante casi un año ha recopilado todo lo necesario para elaborar el libro, que cuenta con la colaboración del también periodista y escritor jiennense Antonio Muñoz Molina. «Es uno de los grandes y se ha interesado particularmente en este periodo histórico. En principio, mi intención era sólo que lo leyese. Y fue muy amable, entonces, le pedí que me escribiese un prólogo que, innegablemente, es de vital ayuda llamándome López y siendo una perfecta desconocida para el lector. Todavía leo lo que dice de mí en el libro y no puedo por menos que emocionarme», confiesa.
La protagonista
La Guerra Civil y los años que la rodean es uno de los temas recurrentes de la literatura y el cine español, aunque para la autora su «interés» en esta etapa «empieza y termina con Martina» porque «necesitaba darle un marco a sus pasos por el Madrid del 39, en el barrio de la Ventilla, a su lucha social y política en una España totalmente dual... Tengo la firme creencia -continúa- de que si hubiera vivido hoy pertenecería a una ONG». Según la autora, «algunas fuentes hablan de 140.000 víctimas de la represión franquista, otras del doble... Ahora, con la oportuna distancia y objetividad, se empieza a analizar los hechos. Afortunadamente, hay estudios nuevos que en breve irán aportando nueva luz» a las investigaciones.
Piensa que el conocimiento es la mejor justicia, aunque «la herida de la Guerra Civil no ha cicatrizado a pesar del tiempo. Todas las familias han sufrido. El Gobierno está siendo justo poco a poco. Se van desclasificando papeles y se van conociendo nuevos datos. Bienvenido sea todo lo que aporte luz en la sombra». Los dos bandos cometieron atrocidades y, «aunque ninguna es justificable, mucho menos cuando proceden del Gobierno. El del 5 de agosto fue un asesinato de Estado porque la guerra ya había terminado», asevera.