ESPAÑA

Un caso con repercusiones sociales, políticas y jurídicas

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La seguridad alimentaria es un derecho de los consumidores reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Constitución. «Empieza en la explotación y acaba cuando el alimento llega a la mesa del consumidor», explica Ignacio Arranz, director de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), organismo dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo que vela por ofrecer «máximas garantías» y devolver la paciencia y la confianza perdidas a un consumidor sensibilizado a golpe de intoxicación.

En 1981 se permitió la venta de aceite adulterado sin etiqueta. En tanto que enfermedad de transmisión alimentaria, el síndrome del aceite tóxico, un episodio con consecuencias sociales, políticas, jurídicas, científicas y clínicas, puso en evidencia los sistemas de control alimentario y vino a subrayar la necesidad de reforzar la reglamentación en este ámbito y su aplicación. De inmediato, conminó a regular la venta ambulante de comidas y enseñó cómo actuar frente a futuras alertas sanitarias o, al menos, qué podían deparar crisis venideras.

Concatenación

Hoy es la gripe aviar la que dispara todas las alarmas. Ayer fue el caso de las 'vacas locas' (Inglaterra, 1986), manzanas contaminadas por el insecticida ALAR (EE. UU., 1991), aves alimentadas con dioxinas (Bélgica, 1999). En España se consumen al año 73 millones de platos. Sea fraude -el caso de la colza-, ignorancia tecnológica -la inclusión de harinas de origen animal en la alimentación de las vacas desencadenó el mal- o error humano -cuando un agricultor se pasa con la dosis de pesticida, por ejemplo-, «el riesgo cero no existe, pero el aprendizaje colectivo, sí», advierte Arranz.

La mayoría de las víctimas y afectados fueron personas de clase trabajadora, que en su mayoría vivían en zonas del centro de España, pero no se hallaba ningún nexo entre ellos. Este aceite, que se importó de Francia para uso industrial, se distribuyó después por algunos aceiteros para uso humano tras extraerle la anilina a alta temperatura, un proceso que dio lugar a la creación de compuestos tóxicos que causaron la grave intoxicación. Los estudios para estudiar este síndrome y tratar a los afectados que sobrevivieron a la intoxicación se ubican en el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, en el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras, donde están los únicos expertos que hay en el mundo sobre una patología que sólo se ha producido en España.