ERMITA. Es uno de los monumentos más representativos. /J. M. A.
Chiclana

Una atalaya con visos de desarrollo

La ermita de Santa Ana ocupa desde el siglo XVIII un lugar privilegiado en el municipio

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A pocos escapa la peculiar estructura de la Ermita de Santa Ana, obra arquitectónica levantada en la segunda mitad del siglo XVIII, y uno de los edificios más representativos de Chiclana a lo largo de su historia reciente.

Centro de peregrinación de miles de creyentes, la ermita se alza sobre un cerro homónimo, el más alto de todos los del municipio, que la hacen visible desde incluso más allá del límite del término municipal.

A lo largo de los años, y adoptada como emblema por los chiclaneros que tienen a Santa Ana entre sus imágenes más devotas, (su festividad es el 26 de julio), la ermita se ha convertido en referente insustituible de la imagen de Chiclana en el exterior. Reconocible por cualquiera que ha visitado alguna vez la ciudad este monumento continúa presidiendo desde las alturas el desarrollo que a sus faldas está teniendo el municipio en los últimos años.

Con un parque anexo propiedad del Obispado de Cádiz que pese a su orografía escarpada y pronunciada pendiente cuenta cada día con miles de visitantes, la ermita es periódicamente sometida a un proceso de restauración y hace unos años se mejoraron los accesos, el cerramiento y la seguridad de la ermita, desde la cual se pueden divisar las marismas del Parque Natural de la Bahía o introducir el indiscreto ojo en el casco urbano de la vecina población de San Fernando.

Turismo

Además de la vertiente religiosa, la ermita de Santa Ana podría ver cómo mejora su interés cultural; de hecho, en una reciente visita al edificio que alberga el antiguo balneario de Brake apenas unos metros más abajo, el alcalde, José María Román, no veía descabellada la idea esbozada por algunos periodistas de convertir el entorno en un mirador turístico privilegiado similar a la Cámara Oscura de la Torre Tavira de Cádiz.

El único obstáculo para que Santa Ana se consolide como tal está en tener que alcanzar un acuerdo con el Obispado, que hasta el momento ha mostrado siempre bastantes reticencias a que la ubicación religiosa pueda pasar a ser también un lugar de peregrinación turística.

Eso, al fin y al cabo, lo llevan haciendo los chiclaneros y los visitantes expertos durante años; y es que la peregrinación para contemplar sus vistas panorámicas ha devuelto la fe a muchos.